Página 437 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La causa en Iowa
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Si, a cada momento, los jóvenes sintiesen su dependencia de Dios y
abrigaran un espíritu de oración, una exhalación del alma en todo
momento y todo lugar, conocerían mejor la voluntad de Dios. Pero
se me ha mostrado que los hermanos F y G apenas conocen la acción
del Espíritu de Dios. Han trabajado basándose en su propia fuerza
y han estado tan imbuidos de sí mismos que no se han apercibido
de su gran necesidad. Hablan con frivolidad de los
Testimonios
que
Dios da en beneficio de su pueblo y los juzgan dando sus opiniones
y criticando esto o aquello, en lugar de cubrirse la boca y postrarse
con la cara en el polvo; porque conocen tan poco los
Testimonios
como al Espíritu de Dios.
Son principiantes en la verdad y enanos en la experiencia religio-
sa. Las mayores victorias ganadas para la causa no se obtienen con
argumentos elaborados, grandes instalaciones, influencias ni gran
cantidad de medios; sino que se obtienen en la sala de audiencias
de Dios, cuando la fe sincera y agonizante se apoya en el poderoso
brazo. Cuando Jacob se vio postrado y en una condición desespe-
rada, vertió sinceramente su alma agonizante en Dios. el ángel de
Dios suplicó que lo dejara ir pero Jacob no soltó su presa. El hombre
abatido, que sufría dolor corporal, presentó su sincera súplica con
la entereza que imparte la fe viva. “No te dejaré”, dijo, “si no me
bendices”.
Génesis 32:26
.
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En la palabra de Dios hay profundos misterios que las mentes
que no están ayudadas por el Espíritu de Dios serán incapaces de des-
cubrir. También hay insondables misterios en el plan de la redención
que las mentes finitas jamás podrán comprender. Los jóvenes inex-
pertos deberían ejercitar sus mentes y sus capacidades para poder
entender los asuntos que son revelados. Porque, a menos que posean
mayor luz espiritual que ahora, les llevará toda una vida aprender
la voluntad revelada de Dios. Cuando hayan recibido la luz y hagan
un uso práctico de ella estarán listos para dar un paso adelante. La
providencia de Dios es una escuela continua en la que él siempre
guía a los hombres para que vean los verdaderos objetivos de la vida.
Ninguno es demasiado joven o demasiado viejo para aprender en
esta escuela prestando diligente atención a las lecciones que enseña
el divino Maestro. Él es el Pastor verdadero, y llama a sus ovejas
por su nombre. Los vagabundos oyen su voz que dice: “Éste es el
camino; síguelo”.