Página 448 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
que se pudiesen llevar a la boca, los trajeran ante los gobernantes de
Israel y fueran apedreados hasta matarlos. La condición de glotón
era considerada sin esperanza. No podía ser responsable de nada. Su
influencia contaminaría siempre a otros. El mundo sería mejor sin
un carácter así porque sus terribles defectos se perpetuarían. Nadie
que sea consciente de su responsabilidad ante Dios permitirá que las
tendencias animales controlen la razón. Quienes así hacen no son
cristianos; no importa quienes sean ni lo elevado de su profesión.
La orden de Cristo es: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro
Padre que está en los cielos es perfecto”.
Mateo 5:48
. Aquí nos
muestra que en nuestro ámbito podemos ser tan perfectos como
Dios es perfecto en el suyo.
Los que están empleados en nuestras casas publicadoras no
mejoran como Dios desearía. Falta interés sincero y generoso por la
obra en la que participan. Dios requiere que esos obreros de su causa
avancen diariamente en conocimiento. Deben mejorar con sabiduría
las facultades que Dios les dio para poder ser obreros eficientes y
meticulosos y desempeñar su tarea sin pérdidas para la agencia.
Los hombres más sabios aprenden lecciones útiles de los modos
y hábitos de las pequeñas criaturas de la tierra. La industriosa abeja
da a los hombres inteligentes un ejemplo que harían bien en imitar.
Esos insectos observan un perfecto orden y en el enjambre no se
tolera la ociosidad. Ejecutan la tarea asignada con una inteligencia y
una actividad que sobrepasan nuestro entendimiento. Las hormigas,
a las cuales consideramos como una plaga que debe ser aplastada
con el pie, en muchos aspectos son superiores a los hombres porque
éstos son inteligentes y no mejoran los dones de Dios. El hombre
sabio atrae nuestra atención hacia las pequeñas cosas de la tierra:
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“Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual
no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano
su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”.
“Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comi-
da”.
Proverbios 6:6; 30:25
. De esos pequeños maestros podemos
aprender una lección de fidelidad. Si con la misma diligencia, nos
aplicásemos a mejorar las facultades que el Creador omnisciente
nos ha otorgado, ¡cuánto aumentarían nuestras capacidades para
ser útiles! Dios tiene puesto sus ojos en la menor de sus criaturas;