Página 45 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Complacencia del apetito
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gran provecho para su propia alma, sino que además será una luz
que brille sobre el camino de otros, y les muestre la ruta al cielo.
Hermano B, ¿cómo ha gobernado usted su temperamento? ¿Ha
procurado vencer su espíritu impulsivo? Con la disposición y los
sentimientos que usted posee ahora dejará de obtener el cielo tan se-
guramente como que hay un cielo. Para beneficio de su propia alma,
y por amor a Cristo, él le ha dado a usted evidencias inconfundibles
de su infinito amor, acérquese a él para que pueda ser llenado con su
espíritu.
Cultive un espíritu de vigilancia y oración, para que pueda re-
presentar correctamente la santa fe que usted profesa como seguidor
de nuestro querido Redentor, el cual dejó un ejemplo en su propia
vida. Imite a nuestro Salvador. Aprenda de Cristo. Soporte las vici-
situdes como buen soldado de Jesucristo, venza las tentaciones de
Satanás como él venció, y salga vencedor sobre todos sus defectos
de carácter.
Cristo venció de manera perfecta; así también nosotros debemos
ser perfectos y completos, sin que nos falte nada, sin mancha ni
imperfección. Cristo obtuvo la redención para el hombre a un costo
infinito para sí mismo. La victoria que obtenemos sobre nuestros
propios corazones malvados y sobre las tentaciones de Satanás nos
costará gran esfuerzo, vigilancia constante y oración perseverante;
entonces no sólo cosecharemos la recompensa, que es el don de la
vida eterna, sino que aumentaremos nuestra felicidad en este mundo
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al tener conciencia de un deber realizado, y por el mayor respeto y
amor de los que nos rodean.
Me fue mostrado que en la iglesia existe una falta general de
devoción y de esfuerzo sincero y empeñoso. Hay muchos que ne-
cesitan ser convertidos. El hermano C no es un apoyo y fortaleza
para la iglesia. No avanza en la vida divina como avanza en años.
Ha profesado la verdad por muchos años, y sin embargo ha sido
lento en aprender y vivir sus principios; por lo tanto, no ha sido
santificado a través de la verdad. Se mantiene en una posición en
la cual Satanás lo puede tentar. En su experiencia es todavía como
un niño. Vigila a otros y marca sus errores, cuando debiera estar
escudriñando con diligencia su propio corazón. Esa disposición a
desconfiar de sus hermanos y ver faltas en ellos, y hablar de ellas
a otros, recibe el reproche contenido en las palabras que Cristo le