Página 46 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
dirigió a uno que, según él vio, estaba más interesado en la conducta
de sus hermanos que en ser cuidadoso de vigilar y orar para que
Satanás no lo venciera a él. Dijo Cristo a sus discípulos: “¿Qué a ti?
sígueme tú”
Juan 21:22
.
Debido a la debilidad de su naturaleza, todo lo que el hermano C
puede hacer es guardar su propia alma y cerrar toda avenida por la
cual Satanás pudiese ganar acceso para insinuar dudas con respecto a
otros. Corre gran peligro de perder su alma al no lograr perfeccionar
su carácter cristiano durante el tiempo de prueba. Es lento para seguir
a Cristo. Sus sentidos parecen estar nublados y casi paralizados, de
tal modo que no estima como debe las cosas sagradas. Aun ahora
puede corregir sus errores y vencer sus defectos, si se decide a obrar
apoyándose en la fortaleza de Dios.
Hay varias personas en la iglesia _____ cuyos nombres no puedo
mencionar, las cuales tienen victorias que ganar sobre sus apetitos y
pasiones. Algunos hablan demasiado. Adoptan la siguiente posición:
“cuénteme... y yo lo contaré”. Verdaderamente una posición así es
miserable; si todos estos chismosos recordaran que un ángel los
sigue, registrando sus palabras, habría entre ellos mucho menos
habladuría y mucho más oración.
Hay hijos de guardadores del sábado que han aprendido desde
su juventud a observar el sábado. Algunos de ellos son muy buenos
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hijos, fieles al deber en lo que se refiere a los asuntos temporales;
pero no sienten una convicción profunda de pecado ni la necesidad
del arrepentimiento. Los tales se encuentran en una condición peli-
grosa. Vigilan la conducta y los esfuerzos de los cristianos profesos.
Ven que algunos de ellos hacen alta profesión de su fe, pero no
son cristianos concienzudos, y comparan sus propios conceptos y
acciones con esas piedras de tropiezo; y como en sus propias vidas
no ven asomarse ningún pecado, se congratulan a sí mismos, por
estar en lo correcto.
A esos jóvenes se me ha autorizado que les diga: Arrepentíos y
convertíos para que vuestros pecados puedan ser borrados. No tenéis
tiempo que perder.
El cielo y la vida eterna son tesoros valiosos que no pueden
obtenerse sin esfuerzo de vuestra parte. No importa cuán correctas
puedan haber sido vuestras vidas, en vuestra calidad de pecadores
tenéis que dar ciertos pasos. Se requiere de vosotros que os arre-