Página 474 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
actual, dando un aspecto completamente nuevo a la elaboración de
los testamentos. Téngase también presente la idea de que es la pro-
piedad del Señor la que estamos manejando. La voluntad del Señor
en este asunto es ley. Si un hombre os hubiese hecho albaceas suyos,
¿no estudiaríais detenidamente la voluntad del testador, para que ni
siquiera la más pequeña cantidad recibiese mala aplicación? Vuestro
Amigo celestial os ha confiado una propiedad, y os ha indicado su
voluntad acerca de cómo debe usarse. Si se estudia esta voluntad con
corazón abnegado, lo que pertenece a Dios no se empleará para ma-
los fines. La causa del Señor ha sido vergonzosamente descuidada,
cuando él ha otorgado a ciertos hombres recursos suficientes para
satisfacer toda emergencia y éstos no tienen corazones agradecidos
y obedientes.
Los que hacen testamento no deben pensar que habiendo hecho
esto no tienen ya ningún deber; sino que, por el contrario, deben
estar trabajando constantemente, usando los talentos que se les han
confiado para fortalecer la causa de Dios. El ha ideado planes para
que todos puedan trabajar inteligentemente en la distribución de sus
recursos. No se propone sostener su obra mediante milagros. Tiene
unos pocos mayordomos fieles que economizan y usan sus recursos
para adelantar su causa. En vez de ser la abnegación y la generosidad
una excepción, debieran ser la regla. Las crecientes necesidades de
la causa de Dios requieren recursos. Constantemente llegan pedidos
de hombres de nuestro país y del extranjero para solicitar que vayan
mensajeros con la luz y la verdad. Esto requerirá más obreros y
recursos para sostenerlos.
Fluyen a la tesorería del Señor muy pocos recursos para ser
dedicados a la salvación de las almas, y eso mismo se consigue
tras arduo trabajo. Si se pudiesen abrir los ojos de todos para que
vieran cómo la codicia prevaleciente ha impedido el adelanto de la
obra de Dios, y cuánto más podría haberse hecho si todos hubiesen
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seguido el plan de Dios en los diezmos y las ofrendas, muchos se
reformarían, porque no se atreverían a estorbar el progreso de la
causa de Dios como lo han hecho. La iglesia no se da cuenta de la
obra que podría hacer si lo entregase todo para Cristo. Un verdadero
espíritu de abnegación seria un argumento en favor de la realidad
y el poder del Evangelio que el mundo no podría contradecir ni