Página 487 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Importancia del dominio propio
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Se me recordó su vida y su experiencia cuando llegó por primera
vez a _____. Su conducta no era adecuada y sus relaciones no eran
correctas. Su costumbre de visitar las cervecerías con sus hijos no
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era una influencia favorable para otros al respecto de su situación
moral. Esos son capítulos tristes de su experiencia. Tenía luz y
conocimientos, pero su inclinación e insensatez la separaban de
Dios.
Se me mostraron muchas situaciones que se dieron mientras
usted vivía en _____. Su fuerte y perversa voluntad la llevó a me-
nospreciar la verdad que profesaba. Su conducta ante el mundo era
injustificable. El castigo que su hija recibió en la escuela a causa de
su obstinada desobediencia le pareció tan exagerado que se convirtió
en una ofensa tan terrible que buscó la protección de los tribunales.
El engaño que allí practicó, su exageración de la verdad, fue una de
las más peligrosas lecciones de moral. Esas cosas están registradas
contra usted en los libros del cielo. Su disposición es obstinada y no
humillará su corazón para confesar una ofensa, sino que justificará
su conducta ante los hombres sin referirse a cómo aparece a los ojos
de Dios. Pregúntese si esa formación tan engañosa no hizo que su
hija sea como es. ¿Qué otra influencia podría tener un formación así
sobre una mente joven si no hacerle sentir que nadie tiene derecho a
controlar su perversa voluntad? La semilla que usted misma plantó
ha dado un fruto aún más amargo.
Mi amor hacia su alma me induce a escribirle en este momento.
Me siento oprimida por la responsabilidad que asumo al escribirle
estas cosas. Por su propia conducta está cerrando las puertas del
cielo para usted y sus hijos; porque ninguno de ustedes entrará allí
con sus actuales caracteres deficientes. Hermana, está perdiendo
tristemente en el juego de la vida. Los ángeles santos la observan
con tristeza, y los malos espíritus miran con expresión de triunfo
al ver cómo pierde rápidamente las gracias que adornan el carácter
cristiano, mientras que en su lugar Satanás implanta sus propios
malos rasgos.
Se ha dedicado tanto a la lectura de novelas y cuentos que vive en
un mundo imaginario. La influencia de una lectura tal perjudica tanto
la mente como el cuerpo; debilita el intelecto e impone una terrible
carga sobre la fuerza física. A veces apenas podría considerarse que
su mente está sana, porque la imaginación se ha sobreexcitado y ha