Página 506 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
insistir para que puedan verlos con claridad. La exhortación de Pablo
a Timoteo fue: “Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y
doctrina”.
2 Timoteo 4:2
.
Ha habido relaciones matrimoniales formadas en Battle Creek
con las que Dios nada tiene que ver. En algunos casos han sido
uniones enfermizas, en otros, inmaduras. Cristo nos advirtió que este
estado de cosas se daría inmediatamente antes de su segunda venida.
Es una de las señales de los últimos días. Es un estado parecido al
que se dio previo al Diluvio. La mente de la gente estaba hechizada
por el tema del matrimonio. Si hay tanta incertidumbre, tanto peligro,
no hay razón para hacer una gran ostentación, ni siquiera cuando
las partes son perfectamente adecuadas, sino que es preciso pasar la
prueba.
Que los que profesan ser reformadores, los que viven una vida
humilde, adopten las costumbres y las modas de los ricos del mundo
es un reproche para nuestra fe. Algunos recibieron palabra de adver-
tencia de parte de Dios; ¿acaso eso los detuvo? No, no temieron a
Dios porque el embrujador poder de Satanás los dominaba. Algunos
en Battle Creek han influido sobre esos pobres infatuados a hacer
caso de su propio juicio y al hacerlo han maltrecho su utilidad y han
sido causa del desagrado de Dios.
Dios quiere que los hombres cultiven la fuerza de carácter. Los
que son meros servidores del tiempo no recibirán la rica recompensa
que viene dentro de poco. Necesita que lo que trabajan en su causa
sean hombres perspicaces y astutos. Deben ser moderados en las
comidas; los alimentos ricos y lujosos no deberían tener lugar en
su mesa. Cuando constantemente se somete el cerebro a esfuerzos
importantes y el ejercicio físico es escaso, es preciso que coman con
frugalidad, incluso alimentos sencillos. La claridad de pensamiento
de Daniel, su firmeza de propósito y su destreza intelectual al adquirir
conocimientos, se debían en gran medida a la sencillez de su dieta
unida a su vida de oración.
Elí era un buen hombre, de moral pura; pero era demasiado indul-
gente. Causó el desagrado de Dios porque no fortaleció los puntos
débiles de su carácter. No quería herir los sentimientos de nadie y
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no tuvo el valor moral de reprender y reprobar el pecado. Sus hijos
eran hombres viles y, aun así, no los apartó de sus responsabilidades.
Profanaron la casa de Dios. Él lo supo y se sintió triste porque amaba