Página 526 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
La oración que Natanael ofreció mientras estaba debajo de la
higuera, provenía de un corazón sincero, y fue oída y contestada
por el Maestro. Cristo dijo de él: “He aquí un verdadero israelita,
en quien no hay engaño”.
Juan 1:47
. El Señor lee el corazón de
cada uno y comprende sus motivos y propósitos. “La oración de
los rectos es su gozo”.
Proverbios 15:8
. El no será tardo en oír a
aquellos que le abren su corazón, sin exaltarse a sí mismos, sino
sintiendo sinceramente su gran debilidad e indignidad.
Hay necesidad de oración, de oración muy ferviente, sincera,
como en agonía, de oración como la que ofreció David cuando
exclamó: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así
clama por ti, oh Dios, el alma mía”.
Salmos 42:1
. “Yo he anhelado tus
mandamientos” (
Salmos 119:40
); “he deseado tu salvación”
Salmos
119:174
. “Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de
Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo”.
Salmos 84:2
.
“Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo”.
Salmos 119:20
. Tal es el espíritu de la oración que lucha, como el
que poseía el real salmista.
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Daniel oró a Dios, sin ensalzarse a sí mismo ni pretender bondad
alguna: “Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo;
no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío”.
Daniel 9:19
. Esto es lo
que Santiago llama la oración eficaz y ferviente. De Cristo se dice:
“Estando en agonía oraba más intensamente”.
Lucas 22:44
. ¡Qué
contraste presentan con esta intercesión de la Majestad celestial
las débiles y tibias oraciones que se ofrecen a Dios! Muchos se
conforman con el servicio de los labios, y pocos tienen un anhelo
sincero, ferviente y afectuoso por Dios.
La comunión con Dios imparte al alma un íntimo conocimiento
de su voluntad. Pero muchos de los que profesan la fe, no saben lo
que es la verdadera conversión. No han experimentado la comunión
con el Padre por medio de Jesucristo y no han sentido el poder de la
gracia divina para santificar el corazón. Orando y pecando, pecando
y orando, viven llenos de malicia, engaño, envidia, celos y amor
propio. Las oraciones de esta clase son abominación delante de
Dios. La verdadera oración requiere las energías del alma y afecta la
vida. El que presenta así sus necesidades delante de Dios, siente el
vacío de todo lo demás bajo el cielo. “Delante de ti están todos mis
deseos”, dijo David, “y mi suspiro no te es oculto”.
Salmos 38:9
.