Página 531 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

Advertencias y admoniciones
527
Podéis tener un profundo y permanente sentido de las cosas eternas y
el amor por la humanidad que Cristo mostró en su vida. La estrecha
unión con el cielo dará el tono justo a vuestra fidelidad y será la base
[531]
de vuestro éxito. Vuestro sentimiento de dependencia os llevará a
orar y vuestro sentido del deber os empujará a esforzaros. La oración
y el esfuerzo, serán el centro de vuestra vida. Orad como si la efi-
ciencia y los elogios se debieran únicamente a Dios; trabajad como
si sólo a vosotros correspondieran todos los deberes. Si necesitáis
poder, podéis obtenerlo porque está a la espera que lo pidáis. Basta
con que creáis en Dios, os apoderéis de él en su palabra y actuéis
por fe para que venga la bendición.
En este asunto, el genio, la lógica y la elocuencia no son de pro-
vecho. Dios acepta a quienes tienen un corazón humilde, confiado y
contrito y escucha sus oraciones y cuando los ayuda vencen todos
los obstáculos. Cuántos hombres de grandes capacidades naturales y
alta formación han fracasado cuando han sido puestos en cargos de
responsabilidad; y, sin embargo, quienes tenían un intelecto débil,
cuyo entorno era más desfavorable, tuvieron un éxito maravilloso. El
secreto reside en que los primeros confiaban en ellos mismos mien-
tras que los segundos se unían a Aquel cuyo consejo es maravilloso
y es poderoso para conseguir sus deseos.
Puesto que su trabajo siempre es urgente, a algunos les resulta
difícil encontrar tiempo para meditar y orar. Cometen un error. Las
bendiciones del cielo obtenidas mediante las súplicas diarias serán
como pan de vida para el alma y aumentarán su potencia moral y
espiritual, como un árbol plantado junto a las aguas de un río, cuyas
hojas estarán siempre verdes y cuyos frutos madurarán a su tiempo.
Algunos han cometido un terrible error al descuidar la adoración
pública de Dios. Los privilegios del servicio de culto son tan prove-
chosos para ellos como para otros y son esenciales. A menudo, son
tan incapaces de aprovecharlos como muchos otros. Con frecuencia,
los médicos son llamados en sábado para visitar a los enfermos y
se les obliga a hacer de ese día una jornada extenuante. Nuestro
Salvador dijo que la labor de alivio de los sufrientes es una obra
de misericordia y que, en ningún modo, profana el sábado. Pero
quienes dedican regularmente sus sábados a la escritura o al trabajo,
sin hacer ningún cambio especial perjudican sus propias almas, dan
a los otros un ejemplo indigno de imitación y no honran a Dios.
[532]