Página 533 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Advertencias y admoniciones
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acción, revela algún defecto del carácter. Los rasgos ásperos deben
ser desbastados por el bisel y el martillo del gran taller de Dios, y la
gracia de Dios debe pulirnos antes de que podamos ocupar un lugar
en el glorioso templo.
Dios puede hacer que esos hermanos sean más preciosos que
el oro fino, más aún que el oro de Ofir, si se abandonan a su mano
transformadora. Deben estar decididos a dar el uso más noble a cada
facultad y cada ocasión. La palabra de Dios debería ser su estudio
y su guía para decidir qué es lo más elevado y lo mejor en todos
los casos. El único carácter sin mancha, el Modelo perfecto que
pone ante ellos el evangelio debería ser objeto de su estudio más
interesado. La única lección esencial que deben aprender es que la
verdadera grandeza sólo llega por medio de la bondad. Que Dios
nos libre de la filosofía de los sabios mundanos. Su única esperanza
está en la insensatez para que puedan ser sabios.
El más débil seguidor de Cristo ha establecido una alianza con
un poder infinito. En muchos casos Dios puede hacer poco con
los hombres instruidos porque no sienten necesidad de inclinarse
ante él, la Fuente de toda sabiduría; por lo tanto, después de una
prueba, los aparta y los sustituye por hombres de menos talento que
hayan aprendido a confiar en él, cuyas almas están fortificadas con
la bondad, la verdad y una fidelidad inquebrantable y no tropiecen
con nada que pueda manchar su conciencia.
Hermanos, si unís vuestras almas a Dios con una fe viva, él
hará de vosotros hombres poderosos. Si confiáis en vuestra propia
sabiduría y vuestras fuerzas, fracasaréis indefectiblemente. Dios está
disgustado por vuestro escaso interés en el servicio religioso. Sois
hombres distinguidos y, como tales, ejercéis una influencia mayor
que otras personas que ocupan cargos de menor relevancia. “Buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia”.
Mateo 6:33
. Debéis ser
obreros de la iglesia activos e interesados, que cultivan sus facultades
religiosas y mantienen el alma en el amor de Dios. En este aspecto,
el Señor tiene derechos sobre vosotros que no podéis considerar a la
ligera; debéis crecer en gracia o, de lo contrario, os convertiréis en
enanos para las cosas espirituales. Dar testimonio de Cristo cuando
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y donde se pueda no sólo es un privilegio, sino un deber. Al ejercitar
la mente de este modo cultivaréis el amor por las cosas sagradas.