Página 535 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Advertencias y admoniciones
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ilumine vuestros pasos y, así, sus rayos divinos se reflejarán sobre
los otros. La obra de Dios es un todo perfecto, porque es perfecta
en todas sus partes. La atención consciente a lo que el mundo llama
pequeñeces es la causa de la gran belleza y el éxito de la vida. las
pequeñas acciones de caridad, las palabras amables, los pequeños
actos de abnegación, el sabio aprovechamiento de las pequeñas
oportunidades y el cultivo diligente de los pequeños talentos hacen
que el hombre sea grande a los ojos de Dios. Si fielmente, prestáis
la debida atención a esas pequeñas cosas, si esas gracias están en
vosotros y son abundantes os harán perfectos en la menor de las
buenas acciones.
No basta con estar dispuestos a dar generosamente una parte
de vuestros recursos a la causa de Dios. Es precisa una consagra-
ción sin reservas de todas vuestras facultades. Haberos retenido a
vosotros mismos ha sido el error de vuestra vida. Si pensáis que
vuestro cargo dificulta que mantengáis una estrecha unión con Dios,
vuestro trabajo será diez veces más duro si no lo hacéis. Satanás
jalonará vuestra senda con tentaciones y sólo por medio de Cristo
podéis obtener la victoria. La misma voluntad indomable que da el
éxito en los objetivos intelectuales es esencial para la vida cristiana.
Debéis ser representantes de Jesucristo. Vuestra energía y perseve-
rancia deberían ser aún mayores que las mostradas en cualquier otro
objetivo porque los asuntos de la eternidad son más importantes que
los temporales.
Si alguna vez alcanzáis el éxito en la vida cristiana deberéis estar
convencidos que sois hombres según el corazón de Dios. El Señor
necesita vuestra influencia sobre la iglesia y sobre el mundo para
elevar el modelo de cristianismo. El verdadero carácter cristiano
debe estar marcado con la firmeza de propósito y la determinación
indomable que no puede ser sometida ni moldeada por la tierra o el
infierno. Quien no sea ciego a la atracción de los honores mundanos,
indiferente a las amenazas e insensible a la fascinación será víctima
de los engaños de Satanás.
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Dios exige una consagración completa y no acepta nada me-
nor. Cuanto más difícil es vuestra responsabilidad, más necesitáis
a Jesús. El amor y el temor de Dios mantuvieron a José puro y sin
mácula en la corte del faraón. Fue elevado con grandes riquezas,
al alto honor de sentarse junto al faraón. Esa elevación fue tan re-