Página 539 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Cultura moral e intelectual
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necesita la máxima sabiduría y amabilidad, además de una integridad
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inflexible, porque el prejuicio, la intolerancia y el error de cualquier
tipo deben ser combatidos.
Ese puesto no debería ser ocupado por un hombre de tempera-
mento irritable y combativo. Es preciso poner cuidado en no hacer
que la rudeza y la impaciencia vuelvan repulsiva la religión de Cris-
to. Mediante la mansedumbre, la amabilidad y el amor, el siervo de
Dios debería representar correctamente nuestra santa fe. Aunque
la cruz nunca debe ser ocultada, también debería presentar el amor
inigualable del Salvador. El obrero debe estar imbuido del espíritu
de Jesús. Sólo así se presentarán los tesoros del alma con palabras
que lleguen al corazón de los que oigan. La religión de Cristo, ejem-
plificada por la vida diaria de sus seguidores, ejercerá una influencia
diez veces mayor que el más elocuente de los sermones.
Los obreros inteligentes y temerosos de Dios pueden realizar un
bien enorme en lo que concierne a reformar a quienes acuden al sa-
natorio como inválidos para recibir tratamiento. Estas personas están
enfermas, no sólo físicamente, sino también mental y moralmente.
La educación, los hábitos y la vida entera de muchas personas han
sido un error. No pueden, en pocos días, realizar los cambios necesa-
rios para adoptar hábitos correctos. Deben disponer de tiempo para
considerar este asunto y para aprender los métodos acertados. Si
todos los que trabajan en el sanatorio son representantes adecuados
de la verdad de la reforma de la salud y de nuestra santa fe, ejercerán
una influencia para moldear las mentes de sus pacientes. El contraste
de los hábitos erróneos con los que armonizan con la verdad de Dios
tiene un poder convincente.
Los seres humanos no son lo que podrían ser y lo que la voluntad
de Dios se propone que sean. El poder de Satanás sobre la huma-
nidad los mantiene en un nivel inferior, pero esto no debe ser así,
porque entonces Enoc no habría podido elevarse y ennoblecerse de
tal manera que llegara a caminar con Dios. Los seres humanos no
pueden dejar de crecer intelectual y espiritualmente durante toda la
vida. Pero muchos tienen la mente de tal manera ocupada consigo
mismos y con sus propios intereses que no les queda lugar para
pensamientos más elevados y nobles. Y la norma de los logros inte-
lectuales tanto como espirituales es demasiado baja. Para muchos,
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cuanto mayor responsabilidad tiene el puesto que ocupan, tanto más