Página 541 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Cultura moral e intelectual
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Debiéramos recordar siempre que no sólo somos alumnos sino
también profesores en este mundo, mientras nos capacitamos per-
sonalmente y enseñamos también a otras personas nos colocamos
en una esfera de acción más elevada para la vida futura. La medida
de la influencia del hombre se encuentra en el conocimiento de la
voluntad de Dios y en su realización. Tenemos la capacidad de me-
jorar tanto en la mente como en el comportamiento, de manera que
Dios no se avergüence de poseernos. En el sanatorio deben existir
normas elevadas. Si en nuestras filas hay hombres con poder cultural
e intelectual, han de ser llamados al frente para ocupar cargos en
nuestras instituciones.
Los médicos no debieran ser deficientes en muchos sentidos.
Ante ellos se abre un amplio campo de utilidad, y si no se capacitan
en su profesión la culpa es únicamente suya. Deben ser alumnos
diligentes. Mediante una estrecha aplicación y fiel atención a los
detalles, han de convertirse en obreros responsables. No debiera ser
necesario que nadie los vigile para comprobar que han hecho su
trabajo sin cometer errores.
Los que ocupan posiciones de responsabilidad han de ser tan
educados y disciplinados, que todos los que entran en contacto con
su esfera de influencia logren ver lo que el ser humano puede llegar
a ser, y puede realizar, cuando se relaciona con el Dios de sabiduría
y poder. ¿Y por qué un hombre que tiene este privilegio no podría
llegar a poseer un poderoso intelecto? La gente del mundo se ha
burlado repetidamente diciendo que los que creen en la verdad
presente poseen una mente débil, son deficientes en la educación
y carecen de posición e influencia. Sabemos que esto no es así;
¿pero no existirá alguna razón para esas aseveraciones? Muchos han
considerado que la ignorancia y la falta de cultura son una señal de
humildad. Tales personas están engañadas en el significado de la
verdadera humildad y la mansedumbre del cristiano.
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