Página 55 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Escogiendo tesoros terrenales
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de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia”
2 Pedro 1:4
? ¿Serán
como pilares pulidos según la semejanza de un palacio; o serán
hallados amadores del mundo, malditos con el espíritu de avaricia,
y con sus brillantes y nobles cualidades enterradas en el olvido?
Su conducta hará mucho para determinar el destino futuro de sus
hijos. Si usted continúa ahogando los poderes de su mente en los
cuidados mundanales y en diversos proyectos, usted seguirá siendo
una piedra de tropiezo para ellos. Ellos ven que, a pesar de que usted
profesa el cristianismo, no ha avanzado espiritualmente; en cambio,
se ha empequeñecido moralmente. Esto es verdad. Su mente se
ha concentrado en las cosas terrenales, y como resultado usted ha
desarrollado gran poder en esta dirección. Usted es decididamente
un hombre de negocios mundano, pero Dios deseaba que usara su
capacidad y su influencia en una vocación más elevada.
Usted está deslumbrado y enceguecido por el dios de este mun-
do. ¡Oh, cuán terrible es la locura que lo ha sobrecogido! Usted
puede juntar tesoros terrenales, pero serán destruidos en la gran
conflagración. Si usted se vuelve ahora al Señor; si usa sus talentos
de influencia y medios para su gloria, y envía sus tesoros antes que
usted al cielo, no sufrirá una pérdida total.
Las grandes conflagraciones y los desastres de mar y tierra que
han visitado nuestro país, han sido las providencias especiales de
Dios, una advertencia de lo que está por sobrevenir en el mundo.
Dios desea mostrar a los hombres que puede encender sobre sus
ídolos un fuego que el agua no puede apagar. La gran conflagración
general está justo delante, en ella todos los vanos esfuerzos de la
vida serán esparcidos de la noche a la mañana. El tesoro que se halla
en el cielo estará seguro. Ningún ladrón puede acercarse a él, ni hay
polilla que lo corrompa.
Cierto joven se acercó a Cristo: y le dijo: “Maestro bueno, ¿qué
bien haré para tener la vida eterna?”
Mateo 19:16
. Jesús le encargó
que guardara los Mandamientos. Su respuesta fue: Señor, “todo
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esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” Jesús
contempló al joven con amor, y fielmente le reveló su deficiencia en
guardar sus Mandamientos. Él no amaba a su prójimo como a sí mis-
mo. Cristo le mostró su verdadero carácter. Su amor egoísta por las
riquezas era un defecto, el cual, si no era quitado, le impediría entrar