Página 56 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
al cielo. “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo
a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”.
Mateo
19:16-21
. Cristo deseaba que el joven comprendiera que el Señor no
requería de él más que lo que él mismo había experimentado. Todo
lo que pedía era que el joven siguiera su ejemplo.
Cristo dejó sus riquezas y su gloria, y se hizo pobre, para que
el hombre, a través de su pobreza, pudiera ser hecho rico. Ahora
requiere de él que, por causa de esas riquezas, abandone las cosas
terrenales y se asegure el cielo. Cristo sabía que mientras los afectos
estuvieran colocados sobre tesoros terrenales, serían retirados de
Dios; por eso le dijo al joven escriba: “Anda, vende lo que tienes,
y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”.
Mateo 19:21
. ¿Cómo recibió el joven las palabras de Cristo? ¿Se
regocijó de poder obtener el tesoro celestial? Se sintió muy triste,
porque tenía grandes posesiones. Para él las riquezas eran honor
y poder. La gran cantidad de su tesoro hizo que abandonarlo le
pareciera una imposibilidad.
He aquí el peligro de las riquezas para el hombre avaro. Cuantas
más obtiene, más difícil le resulta ser generoso. Disminuir su riqueza
es como despojarse de su vida. Antes que hacer esto, vuelve la
espalda a las atracciones de la recompensa inmortal, con el fin de
retener y aumentar sus posesiones terrenales. Acumula y retiene.
Si hubiera guardado los Mandamientos, sus posesiones terrenales
no habrían sido tan grandes. Mientras se ocupaba en hacer planes y
luchar en favor de sí mismo, ¿cómo podría él amar a Dios con todo
su corazón, con toda su mente, con toda su fortaleza, y a su prójimo
como a sí mismo? Sí hubiera distribuido para suplir las necesidades
de los pobres y hubiera bendecido a sus prójimos con una parte
de sus recursos, según lo demandasen sus necesidades, habría sido
mucho más feliz, y habría tenido mayor tesoro en el cielo y menos
en la tierra sobre lo cual colocar sus afectos.
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Cristo le aseguró al joven que vino a él, que si obedecía sus
requerimientos tendría tesoros en el cielo. Este individuo amador del
mundo se sintió muy entristecido. Él deseaba el cielo, pero a la vez
deseaba retener su riqueza. Renunció a la vida inmortal por amor
al dinero y al poder. ¡Oh, que miserable trueque! Y, sin embargo,
muchos que profesan guardar todos los Mandamientos de Dios están
haciendo lo mismo. Usted, querido hermano, está en peligro, pero