Página 553 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Obreros fieles
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temas médicos, o al llevar a cabo los deberes en los diversos depar-
tamentos, pueden ser excusados por descuidar la oración, el sábado
y los servicios religiosos. Así es como las cosas sagradas se degra-
dan para que satisfagan su conveniencia, mientras se descuidan los
deberes, los actos de abnegación y las cargas. Ni los médicos ni
los auxiliares debieran tratar de llevar a cabo su trabajo sin dedicar
tiempo a la oración. Dios está dispuesto a ayudar a todos los que
le profesan amor, si ellos acuden a él y, conscientes de sus propias
debilidades, buscan ansiosamente su poder. Cuando se separan de
Dios, su sabiduría queda fundada en la necedad. Cuando se consi-
deran pequeños ante sus propios ojos y dependen en gran medida
de Dios, entonces él se transforma en el brazo poderoso y el éxito
coronará sus esfuerzos; pero cuando permiten que la mente se aparte
de Dios, entonces Satanás se presenta y controla los pensamientos y
pervierte el juicio.
Nadie está en mayor peligro que el que considera segura su
montaña. Entonces es cuando sus pies empezarán a resbalar. Vendrán
las tentaciones una tras otra, y tan imperceptible será su influencia
sobre la vida y el carácter, que a menos que sea guardado por el poder
divino, será corrompido por el espíritu del mundo y no llevará a cabo
el propósito de Dios. Todo lo que el hombre tiene se lo ha dado
Dios, y el que aprovecha su capacidad para gloria del Señor, será
instrumento que haga bien; pero nos es tan imposible vivir una vida
piadosa sin orar constantemente y cumplir los deberes religiosos,
como lo sería obtener fuerzas físicas sin ingerir alimento temporal.
Debemos sentarnos diariamente a la mesa de Dios. Debemos recibir
fuerza de la Vid viviente si queremos nutrirnos.
La conducta que han seguido algunos al practicar métodos mun-
danos para lograr sus propósitos, no está en armonía con la voluntad
de Dios. Ven males que es necesario corregir, pero no desean atraer
oprobio sobre sus propias cabezas y, en vez de arrostrar valien-
ternente estas cosas, echan la carga a otro y le dejan arrostrar las
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dificultades que ellos mismos han rehuido; y en muchos casos, el
que usa un lenguaje claro es considerado como grave ofensor.
Hermanos, os ruego que obréis con el sincero deseo de glorificar
a Dios. Depended de su poder; sea su gracia vuestra fuerza. Por el
estudio de las Escrituras y la oración ferviente, tratad de obtener un
claro concepto de vuestro deber y luego cumplidlo fielmente. Es