Página 554 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
esencial que cultivéis, la fidelidad en las cosas pequeñas, y al hacerlo
adquiriréis costumbres de integridad en las responsabilidades mayo-
res. Los pequeños incidentes de la vida diaria pasan con frecuencia
sin que los notemos; pero son estas cosas las que forman el carácter.
Cada acontecimiento de la vida es grande para bien o para mal. La
mente necesita ser educada por las pruebas diarias, a fin de adquirir
fuerza para resistir en cualquier situación difícil. En los días de prue-
ba y peligro, necesitaréis ser fortalecidos para permanecer firmes de
parte de lo recto, independientes de toda influencia opositora.
Dios quiere hacer mucho por vosotros, basta con que sintáis
vuestra necesidad de él. Jesús os ama. Tratad siempre de andar en
la luz de la sabiduría de Dios. Y en todos los variados escenarios
de la vida, no descanséis hasta saber que vuestra voluntad está en
armonía con la voluntad de vuestro Creador. Por la fe en él podéis
obtener fuerza para resistir a toda tentación de Satanás, y así crecer
en fuerza moral con cada prueba que Dios os envíe.
Podéis convertiros en personas de responsabilidad e influencia
si por el poder de vuestra voluntad, unida con la fortaleza divina,
os dedicáis fervientemente a la realización del trabajo. Ejercitad las
facultades mentales y no descuidéis en ningún caso las facultades
físicas. Que la pereza intelectual no cierre el camino hacia mayores
conocimientos. Aprended a reflexionar tanto como a estudiar, para
que vuestras mentes puedan expandirse, fortalecerse y desarrollarse.
No penséis nunca que habéis aprendido suficiente y que ahora podéis
aflojar en vuestro esfuerzo. La mente cultivada es la medida del
hombre. Vuestra educación debiera continuar durante toda la vida;
cada día debierais aprender y practicar los conocimientos obtenidos.
Estáis progresando en la verdadera dignidad y en el valor moral
a medida que practicáis la virtud y albergáis la rectitud en vuestro
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corazón y en la vida. Que vuestro carácter no quede afectado por
la mancha de la lepra del egoísmo. Un alma noble, unida a un
intelecto cultivado, os convertirá en hombres que Dios puede utilizar
en puestos de responsabilidades sagradas.
El primer deber de todos los que se relacionan con esta insti-
tución debiera ser enderezar su camino delante de Dios y luego
mantenerse con la fortaleza de Cristo, sin dejarse afectar por las
influencias erróneas a las que pudieran quedar expuestos. Si convier-
ten los amplios principios de la Palabra de Dios en el fundamento