Página 567 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Economía y abnegación
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No mancharán sus almas con ninguna ganancia o provecho egoísta.
Menosprecian las malas acciones. Aun cuando nadie lo supiera, lo
sabrían ellos y esto destruiría su respeto por sí mismos. Los que no
son conscientes y fieles en lo pequeño no se reformarán aun cuando
haya leyes, restricciones y penalizaciones al respecto.
Pocos tienen el aplomo moral para resistir la tentación, en espe-
cial la del apetito, y practicar la abnegación. Para algunos ver a otros
que comen a la hora de la cena es una tentación demasiado difícil
de resistir. Imaginan que están hambrientos, pero lo que sienten no
es que el estómago les pida alimentos, sino un deseo de la mente
que no se ha fortalecido con firmes principios y la disciplina de la
abnegación. Un simple incidente no debe debilitar los muros del
dominio propio y la autodisciplina. Pablo, el apóstol de los gentiles,
dijo: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
1 Corintios 9:27
.
Los que no vencen en lo pequeño no tendrán fuerza moral pa-
ra resistir tentaciones mayores. Todos los que desean hacer de la
honradez el principio rector de sus negocios diarios en la vida de-
berán cuidar de no codiciar “ni plata, ni oro, ni vestido de nadie”.
Hechos 20:33
. Mientras se sientan satisfechos con los alimentos y
los vestidos adecuados, será fácil encontrar la manera de mantener
alejados el corazón y las manos de la desviación de la codicia y la
deshonestidad.
Los hábitos formados en la infancia y la juventud ejercen ma-
yor influencia que cualquier facultad natural en el crecimiento o
empequeñecimiento intelectual de los hombres y mujeres; los más
excelentes talentos, con malos hábitos, se debilitan y acaban por
desaparecer. En gran medida, el carácter formado en la juventud
marcará, generalmente, la conducta que la persona seguirá en la vida.
En la mayoría de los casos, los que reverencian a Dios y honran lo
correcto habrán aprendido esta lección antes de que el mundo pueda
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grabar sus imágenes de pecado en el alma. Los hombres y las muje-
res de edad madura son, por lo general, tan insensibles a las nuevas
impresiones como la dura roca. La juventud es impresionable, a esa
edad es posible formar un carácter correcto.
Los que están empleados en nuestras instituciones tienen, en
muchos aspectos, las mejores oportunidades para formar hábitos