Página 568 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
correctos. Nadie queda fuera del alcance de las tentaciones, porque
todos los caracteres tienen puntos débiles que corren peligro de ser
asaltados. Los que profesan el nombre de Cristo, a diferencia del
vanidoso fariseo, no deberían encontrar placer en el recuento de sus
buenas obras, sino que deberían sentir la necesidad de conservar
la norma moral ciñéndola con la vigilancia constante. Como si de
fieles centinelas se tratase, deberían guardar la ciudadela del alma,
no pensando jamás que pueden bajar la guardia, ni por un momento.
Su seguridad está sólo en la oración sincera y la fe viva.
Los que empiezan a despreocuparse de sus pasos descubrirán
que, antes de darse cuenta, sus pies se habrán enmarañado en una
telaraña de la que les es imposible salir por sus propios medios.
La fidelidad y la honestidad deberían ser principio fijo para todos.
Ya sean ricos o pobres, tengan amigos o estén solos, en cualquier
circunstancia, con la fuerza de Dios deberían decidir que ninguna
influencia los empuje a cometer una mala acción, aunque sea de
poca importancia. Todos y cada uno deberían darse cuenta de que
la prosperidad de las instituciones que Dios ha establecido entre
nosotros depende, en cierta medida, de cada uno de ellos.
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