Página 569 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Condición y obra del sanatorio
No hace mucho, viajando por el estado de Maine, conocimos
a la hermana A, una dama que aceptó la verdad mientras estaba
en el sanatorio. Su esposo había sido un rico industrial; pero la
fortuna cambió y se vio reducido a la pobreza. La hermana A perdió
la salud y fue a nuestro sanatorio para recibir tratamiento. Allí
recibió la verdad presente, la cual adorna con una vida cristiana
coherente. Tiene cuatro hijos, inteligentes y educados, que son firmes
reformadores pro salud por convencimiento propio. Una familia
así puede hacer mucho bien en la comunidad. Ejercen una fuerte
influencia en la dirección correcta.
Muchos que acuden al sanatorio para recibir tratamiento tienen
la oportunidad de conocer la verdad y de ese modo, no sólo se
sana su cuerpo, sino que las oscurecidas estancias de la mente se
iluminan con la luz del amor del Salvador. Con todo, ¡cuánto más
bien se podría hacer si todos los que están relacionados con esa
institución estuvieran unidos ante todo con el Dios de la sabiduría y,
así, se convirtiesen en torrentes de luz para otros! Los hábitos y las
costumbres del mundo, el orgullo y las apariencias, la soberbia y la
vanidad, se inmiscuyen demasiado a menudo y esos pecados de los
que profesan ser sus seguidores son tan ofensivos para Dios que no
puede obrar poderosamente por medio de ellos.
Los que son infieles en los asuntos temporales, del mismo modo,
serán infieles en los asuntos espirituales. Por otra parte, el descuido
de los deberes de Dios lleva a descuidar las necesidades de la hu-
manidad. La infidelidad domina esta era degenerada, se extiende en
nuestras iglesias y nuestras instituciones. Su grasiento rastro está
por todas partes. Este es uno de los pecados que condena esta época
y llevará a la perdición a millares y a decenas de millares. Si los que
profesan la verdad y están en nuestras instituciones de Battle Creek
fuesen representantes vivos de Cristo, de ellos manaría un poder
que se sentiría en todas partes. Satanás lo sabe bien y trabaja con
todo su poder y engaño de maldad en los que perecen para que el
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