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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
nombre de Cristo no sea engrandecido por aquellos que profesan ser
sus seguidores. Se me parte el corazón de dolor cuando veo cómo se
deshonra a Jesús con las vidas indignas y los caracteres defectuosos
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de quienes podrían ser adorno y honra para su causa.
Las tentaciones a las que fue sometido Cristo en el desierto—
apetito, amor por el mundo y presunción—son las grandes desvia-
ciones por las cuales son vencidos los hombres. Los administradores
del sanatorio serán tentados a menudo para que se aparten de los
principios que deberían gobernar esa institución. Será necesario que
no se desvíen de la conducta correcta para satisfacer las inclina-
ciones o ejercer su ministerio según las depravadas apetencias de
los pacientes ricos o sus amigos. El resultado de tal conducta es,
únicamente, el mal. Las desviaciones de las enseñanzas que dan
las lecturas mundanales o recibidas por la prensa tienen el efecto
más desfavorable sobre la influencia y la moral de la institución y,
en gran medida, contrarrestarán todos los esfuerzos por instruir y
reformar a las víctimas de las pasiones y los apetitos depravados y
llevarlas a Cristo, el único refugio seguro.
El mal no acaba aquí. Una influencia negativa no sólo afecta
a los pacientes, también a los trabajadores. Una vez han caído las
barreras, el avance en la dirección errónea no cesa. Satanás presenta
perspectivas mundanas aduladoras a los que se apartan de los prin-
cipios y sacrifican la integridad y el honor cristiano para obtener la
aprobación de los impíos. Con demasiada frecuencia, sus esfuerzos
alcanzan el éxito. Obtiene la victoria cuando todo cuanto debiera
encontrar es la repulsa y la derrota.
Cristo resistió a Satanás por nosotros. Tenemos el ejemplo de
nuestro Salvador para fortalecer nuestros débiles propósitos y reso-
luciones; pero, aun así, algunos caerán en las tentaciones de Satanás,
arrastrando a otros tras de sí. Todas las almas que no consiguen
ganar la victoria, con su influencia, arrastran consigo a otras. Los
que no se unen a Dios y no reciben sabiduría y gracia para refinar
y elevar sus vidas, serán juzgados por el bien que pudieron haber
hecho y no hicieron porque estaban satisfechos con la mente terrena
y la amistad con los que no están santificados.
Todo el cielo esta interesado en salvar al hombre y está dispuesto
a verter sobre él sus beneficiosos dones si cumple la condición que
Cristo estableció: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el