Página 575 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Condición y obra del sanatorio
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que, antes de que el tratamiento tenga efecto, se deberá dar una
reforma. Se ha consentido la permanencia de apetitos pervertidos
hasta el punto que la enfermedad era el único resultado posible.
Las facultades y los órganos atrofiados y paralizados no se pueden
fortalecer y vigorizar sin reformas decididas. Si todos los que están
relacionados con el sanatorio no son, en todos los aspectos, correctos
representantes de las verdades de la reforma pro salud, precisan una
reforma decidida para ser lo que debieran; de lo contrario, deberán
ser separados de la institución.
La mente de muchos se encuentra en un nivel tan bajo que Dios
no puede trabajar por o con ellos. La corriente de pensamiento debe
cambiar, la sensibilidad moral debe despertar y sentir las exigencias
de Dios. El todo de la religión es reconocer continuamente, con las
palabras, el vestido y el comportamiento, nuestra relación con Dios.
La humildad debe tomar el lugar del orgullo; la sobriedad, el de
la liviandad; y la devoción, el de la irreligiosidad y la indiferencia
despreocupada.
Los que han gozado de muchos años de experiencia en la cau-
sa de Dios deberían, más que los otros, dar el uso más elevado a
los talentos que su Señor les ha confiado. Sin embargo, el ejemplo
de algunos se ha inclinado demasiado hacia la conformidad con
el mundo en lugar de mantener distinto y separado el carácter del
pueblo especial de Dios. Su influencia ha favorecido la indulgencia
en lugar de la negación de los apetitos y la inclinación a vestirse
según el modelo mundano. Todo esto está en franca oposición a la
obra que Dios y los ángeles desean hacer por nosotros como pue-
blo para sacarnos, separarnos y distinguirnos del mundo. Debemos
santificarnos como pueblo y buscar la fuerza de Dios para suplir las
necesidades de este tiempo. Cuando la iniquidad domina el mundo,
el pueblo de Dios debe buscar una unión más estrecha con el cielo.
La marea de maldad moral viene sobre nosotros con tal poder que
la corriente hará que perdamos el equilibrio y seamos barridos, a
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menos que nuestros pies estén firmemente anclados en la Roca que
es Cristo Jesús.
La prosperidad el sanatorio no depende sólo de la inteligencia
y los conocimientos de sus médicos, sino del favor de Dios. Si su
dirección es tal que Dios puede bendecirla, tendrá un gran éxito y
aventajará a cualquier otra institución parecida del mundo. Hemos