Página 614 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
mansedumbre y el verdadero afecto haría que la casa más humilde
fuera un paraíso. Mejor es soportar alegremente los inconvenientes
que renunciar a la paz y la conformidad.
Tenéis gran necesidad de humillar vuestro corazón ante Dios
al ver la triste condición de vuestros hijos, carentes de Dios y de
toda esperanza en el mundo. No aprecian ni se muestran reverentes
con las cosas sagradas porque han puesto los asuntos comunes y
mundanos al mismo nivel que los intereses eternos. Entre vosotros
hay jóvenes cuyo servicio será aceptable para Dios si, como Daniel
y sus compañeros, le rinden sus corazones y se unen a él. Muy pocos
tienen una idea cierta del peligro que rodea a los jóvenes de nuestros
días. Se requiere una gran cantidad de valor moral y una resistencia
constante a la tentación para alcanzar una noble hombría. El carácter
inmaculado ante Dios es algo raro. Muchos que no temen a Dios,
cuyos pies se encuentran en la ancha vía de la muerte, esperan
para ser compañeros de vuestros hijos. Ojalá pudiera conseguir que
los jóvenes vieran el peligro, en particular el peligro de contraer
matrimonios infelices.
Un poco de tiempo malgastado en locuras de juventud dará una
cosecha que os amargará toda la vida. Una única hora de insensatez,
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una única vez que se ceda a la tentación puede llevar toda vuestra
vida al traste. No tenéis más que una juventud; mirad que sea útil.
Una vez que hayáis pasado por el sendero no podréis regresar para
rectificar los errores. El que no quiere unirse a Dios y emprende el
camino de la tentación caerá con toda seguridad. Dios prueba a todos
los jóvenes. Muchos han excusado su despreocupación e irreverencia
con el mal ejemplo que les dieron profesores más experimentados.
Aun así, esto no debería justificar a nadie de obrar correctamente.
En el día del balance final no podréis excusaros como ahora. Se os
condenará justamente porque conocíais el camino pero no quisisteis
andar por él.
Satanás, el archiengañador, se transforma en un ángel de luz y se
acerca a los jóvenes con sus tentaciones sofisticadas y consigue ga-
narlos y, paso a paso, apartarlos de la senda del deber. Se lo describe
como un acusador, un engañador, un mentiroso, un torturador y un
asesino. “El que práctica el pecado es del diablo”.
1 Juan 3:8
. Cada
transgresión condena el alma y provoca el desagrado divino. Dios
discierne los pensamientos del corazón. Cuando acariciamos pen-