Página 617 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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El amor del mundo
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alma. La rendición del corazón a Jesús subyuga al rebelde y lo
vuelve penitente. El lenguaje del alma obediente es: “Las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
2 Corintios 5:17
.
Esta es la verdadera religión de la Biblia. Todo cuanto sea menos
que esto es un engaño.
Los jóvenes no se han apercibido de que la libertad y la luz
sólo se pueden retener con la abnegación y la oración y vigilancia
constantes, con una confianza continua en los méritos de la sangre
de Cristo. Cuando el Espíritu Santo alienta el alma, la voluntad y las
facultades del hombre deben dar una respuesta a su influencia. Los
que moran en Jesús serán felices, alegres y se gozarán en Dios. La
amabilidad subyugada será la señal de la voz. La reverencia por las
cosas espirituales y eternas se expresará en las acciones y la música.
Una música alegre, resonará en los labios porque fluye del trono de
Dios. Este es el misterio de la piedad, que no se explica con facilidad
y, sin embargo, se siente y se disfruta. Un corazón obstinado y
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rebelde puede cerrar la puerta a todas las dulces influencias de la
gracia de Dios y todo el gozo en el Espíritu Santo. Pero los caminos
de la sabiduría son caminos de placidez y todas sus sendas son
de paz. Cuanto más estrechamente unidos estemos a Cristo, más
mostrarán nuestras palabras y nuestras acciones el poder subyugador
y transformador de su gracia.
Suplico a los jóvenes de _____ que consideren sus caminos y
cambien su conducta antes de que sea demasiado tarde. Algunos de
vosotros os enorgullecéis de vuestras capacidades; pero cuanto más
valiosos sean los talentos que se os confían para conservarlos, mayor
será vuestra condenación si tales dones del cielo fueron empleados
al servicio de Satanás. Dios puede actuar sin vosotros, pero vosotros
no podéis hacer nada sin Dios. Quien sufrirá sin Jesús sois vosotros.
Los mandamientos de Dios son como zarzas y espinas para algunos
de los jóvenes de _____. Su conocimiento de la verdad hace que sea
difícil para ellos abandonarse a los placeres pecaminosos porque no
pueden borrar de la mente los derechos que Dios tiene sobre ellos.
La restricción que así se impone despierta en ellos un sentimiento de
impaciencia. Intentan apartarse de esa voz de aviso pero se descubren
dando coces contra el aguijón y traspasándose con muchos pesares.
¡Ojalá se acercaran a la Fuente de agua viva antes de entristecer por
última vez al Espíritu de Dios!