Página 618 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

614
Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Unas pocas palabras más para los miembros de iglesia. Cristo
dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame”.
Mateo 16:24
. No es preciso que nos
hagamos cruces ni que vistamos tela de saco, ni tampoco que nos
pellizquemos o nos neguemos los alimentos saludables y nutritivos.
No debemos encerrarnos en monasterios, lejos del mundo sin hacer
el bien a nuestros semejantes, pensando que esa es la cruz de Cristo.
Tampoco se nos pide que expongamos la salud y la vida innecesa-
riamente, ni que subamos la colina de la vida cristiana con llantos,
sintiendo que es un pecado estar alegre, satisfecho, feliz y gozosos.
Estas son cruces que nos habremos hecho nosotros mismos, pero no
son la cruz de cristo.
Llevar la cruz de Cristo es controlar las pasiones pecaminosas,
practicar la cortesía cristiana aun cuando sea inconveniente, ver las
[620]
carencias de los que están necesitados y en apuros y negarnos a
nosotros mismos para aliviarlos, abrir el corazón y la puerta a los
huérfanos sin hogar, aun cuando hacerlo pueda ser una sobrecar-
ga para nuestros recursos y nuestra paciencia. Esos niños son los
miembros más jóvenes de la familia de Dios y deben recibir amor
y cuidados, deben ser criados con la nutrición y la advertencia del
Señor. Esta es una cruz que, si se lleva con alegría por Cristo, será
una diadema de gloria en el reino de Dios.
Hermanos, por amor a Cristo, llenad vuestra vida con buenas
obras, aun a pesar de que el mundo no aprecie vuestros esfuerzos
y no os dé crédito. Esto es abnegación. El egoísmo es el yugo más
pesado que los miembros de la iglesia jamás pusieron sobre su
cuello, pero los que profesan ser seguidores de Cristo lo aceptan con
demasiada facilidad. Todo lo que poseéis pertenece a Dios. Vigilad,
no sea que, egoístamente, retengáis las bendiciones que él os dio
para las viudas y los huérfanos. Cristo abandonó su gloria, su honor
y su alto mando, y por amor a nosotros se hizo pobre para que por su
pobreza nosotros pudiésemos ser hechos ricos. Ahora se nos plantea
una pregunta: ¿Qué hará cada uno de nosotros por Jesús, el cual dio
su vida por un mundo en ruinas?
[621]