Página 620 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
interior. No deben sentirse libres para dedicar el tiempo que se les
ha dado al adorno innecesario de sus vestidos. ¡Cuánto mejor sería
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que lo empleasen escudriñando las Escrituras, y obteniendo así un
conocimiento cabal de las profecías y las lecciones prácticas de
Cristo!
Como cristianos no deberíamos aceptar ningún empleo sobre el
que no podamos pedir la bendición del Señor. Hermanas, ¿tenéis la
conciencia tranquila con los adornos innecesarios que ponéis sobre
vuestros vestidos? Mientras desconcertáis la mente con fruncidos,
lazos y cintas, ¿podéis elevar el alma en oración a Dios para que
bendiga vuestros esfuerzos? El tiempo pasado de esta manera podría
dedicarse a hacer el bien a otros y a cultivar vuestra mente.
Muchas de nuestras hermanas son personas hábiles y si sus
talentos se usaran para la gloria de Dios el éxito coronaría su labor
de ganar almas para Cristo. ¿Acaso no serán responsables de las
almas que pudieron haber salvado si sus vestidos no hubiesen sido
extravagantes y las preocupaciones de este mundo no hubiesen
paralizado y empequeñecido las facultades que Dios les había dado
de tal manera que no sintieron la carga de la tarea? Satanás inventó
la moda para mantener la mente de las mujeres tan ocupada con el
tema del vestido que no pudiesen pensar en nada más.
Las obligaciones de criar a sus hijos en la nutrición y la adver-
tencia de Dios que recaen sobre las madres no se pueden cumplir si
continúan vistiendo como ahora visten. No tienen tiempo para orar
o escudriñar las Escrituras para poder entender la verdad y enseñarla
a sus hijos. No sólo es un privilegio, sino una obligación que cada
uno aumente diariamente el conocimiento de Dios y de la verdad.
Pero Satanás alcanza su objetivo si puede inventar algo que atraiga
de tal modo la mente que ese no pueda ser el caso. La razón por la
que tantos descuiden la asistencia a las reuniones de oración y no
deseen participar en los ejercicios religiosos es que sus mentes están
dedicadas a otras cosas. Se conforman al mundo en el asunto del
vestido. Mientras actúen así, las almas que deberían haber ayudado
haciendo que su luz brillara en forma de buenas obras, se refuerzan
en su incredulidad con la incoherente conducta de los que profesan
ser cristianos.
A Dios le agradaría ver a nuestras hermanas vestidas con ropas
aseadas y sencillas, dedicándose fervientemente a la obra del Señor.
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