Página 621 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La sencillez en el vestir
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No carecen de capacidad, y si diesen el uso debido a los talentos que
ya poseen, su eficiencia aumentaría grandemente. Si el tiempo que
ahora dedican al trabajo inútil lo consagrasen a escudriñar la Palabra
de Dios y explicarla a otros, su propia mente se enriquecería con
gemas de la verdad y se fortalecería a la vez que se ennoblecería,
gracias al esfuerzo hecho para comprender las razones de nuestra fe.
Si nuestras hermanas fuesen cristianas de acuerdo con la Biblia y
concienzudas, si procuraran aprovechar toda oportunidad para ilu-
minar a otras, veríamos que, por sus esfuerzos abnegados, decenas
de almas abrazarían la verdad. Hermanas, en el día en que se haga el
ajuste de cuentas, ¿sentiréis placer al repasar vuestra vida, o lamen-
taréis haber buscado la belleza exterior, mientras que descuidabais
casi completamente la hermosura interior, la del alma?
¿No tienen nuestras hermanas suficiente celo y valor moral para
colocarse sin excusa de parte de la Biblia? El apóstol dio indicacio-
nes muy explícitas acerca de este punto: “Asimismo que las mujeres
se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado
ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas
obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.
1 Timoteo
2:9-10
. Aquí el Señor, por medo de su apóstol, habla expresamente
en contra de que se lleve oro. Cuídense las personas de experiencia
de no extraviar a otras por su ejemplo al respecto. Ese anillo que
rodea su dedo puede ser muy sencillo, pero es inútil, y el llevarlo
ejerce mala influencia sobre los demás.
Especialmente las esposas de nuestros ministros deben tener
cuidado de no apartarse de las claras enseñanzas de la Biblia con
respecto al vestir. Muchas consideran que esas órdenes son dema-
siado anticuadas para que se les preste atención; pero el que las dio
a sus discípulos, comprendía los peligros que entrañaría en nuestro
tiempo el amor al vestido, y nos envió la consiguiente amonestación.
¿Le prestaremos atención y seremos sabios? La extravagancia en
el vestir aumenta continuamente. Y no se ha llegado aún al fin. La
moda cambia a cada momento, y nuestras hermanas la siguen, sin
reparar en el gasto de tiempo y dinero. Se gastan en vestidos muchos
recursos que debieran ser devueltos a Dios, el Dador de ellos.
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El sencillo y limpio vestido de las clases más pobres a menudo
aparece en claro contraste con el atavío de sus hermanas más adine-
radas y esa diferencia suele causar un sentimiento de incomodidad