Página 629 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

La sencillez en el vestir
625
Lamentamos las influencias contrarias a este pulcro, modesto
y saludable vestido. El corazón natural siempre defiende las cos-
tumbres mundanas; cualquier influencia se multiplica por diez si se
ejerce en la dirección equivocada.
Mientras ninguna hermana se sintió obligada a adoptar el vestido
reformado, nuestra gente podía y debería haber apreciado sus venta-
jas y, por tanto haberlo considerado una bendición. Ahora podemos
ver los malos resultados de una conducta contraria. En el sanatorio,
los médicos y los asistentes se han apartado en gran manera de las
instrucciones de Dios al respecto del vestido. La sencillez es rara.
En lugar de una indumentaria pulcra y sin adornos, descrita por la
pluma de la Inspiración, es posible ver casi todos los estilos de vestir
a la moda. Aquí, como en cualquier otra parte, los mismos que se
quejaban del trabajo que exigía confeccionar un vestido reformado
ahora han alcanzado límites insospechados en el adorno innecesario.
Todo ello ocupa tanto tiempo y trabajo que muchos se ven obligados
a alquilar sus servicios al doble del costo que resultaría si las vesti-
duras estuvieran confeccionadas con sencillez tal como sucede con
las mujeres que profesan piedad. La confección de tales vestidos a la
moda cuesta con frecuencia más que el vestido en sí. En los adornos
[632]
a menudo se gasta el doble del material. Se ostentan el orgullo y la
vanidad y se ve una gran falta de verdaderos principios. Si se sintie-
ran a gusto con vestidos sencillos y limpios, muchas que dependen
de su salario semanal podrían coserlo ellas mismas. Pero ahora eso
es imposible y la factura de la modista se lleva una considerable
suma de sus ya de por sí cortas ganancias.
Dios quiso que el vestido reformado fuera una barrera que im-
pidiera que los corazones de nuestras hermanas se alejaran de él
siguiendo las modas del mundo. Los que eliminaron esa barrera no
tomaron sobre sí la carga de cortar el paso a los peligros que se se-
guirían. Algunos que ocupan cargos de responsabilidad han ejercido
su influencia en favor de las costumbres mundanas completamente
opuestas al modelo de la Biblia. Han aportado su grano de arena al
presente estado de mundanalidad y desviación.
Dios ha probado a su pueblo. Permitió que el testimonio referente
al vestido permaneciera en silencio para que nuestras hermanas
pudieran seguir su propia inclinación y desarrollara así el orgullo que
realmente existía en sus corazones. La reforma se recomendaba para