Página 64 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
ociosa curiosidad, sino que vio en él a un ser humano en desgracia, y
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fue movido a compasión. Inmediatamente, “acercándose vendó sus
heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura,
lo llevó al mesón, y cuidó de él”. Al día siguiente, lo dejó a cargo
del posadero, con la seguridad de que él pagaría todos los gastos a
su regreso. Cristo pregunta: “¿Quién, pues, de estos tres te parece
que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo:
‘El que usó de misericordia con él’. Entonces Jesús le dijo: ‘Ve, y
haz tú lo mismo’”.
Lucas 10:34-37
.
Aquí Jesús deseaba enseñar a sus discípulos las obligaciones
morales que tenemos en el trato con nuestros semejantes. Cualquie-
ra que descuida la aplicación de los principios ilustrados por esta
lección, no es un guardador de los Mandamientos. Más bien, como
el levita, quebranta la Ley de Dios, la cual pretende reverenciar. Hay
algunos que, como el samaritano, no pretenden poseer una piedad
exaltada y, sin embargo, tienen un alto sentido de sus obligaciones
para con sus prójimos, y tienen mucha más caridad y bondad que al-
gunos que profesan gran amor hacia Dios, pero que fallan en realizar
buenas obras hacia sus criaturas.
Los que verdaderamente aman a su prójimo como a sí mismos
son los que se dan cuenta de sus responsabilidades y los derechos que
la sufriente humanidad tiene sobre ellos, y cumplen los principios
de la Ley de Dios en sus vidas diarias. “Y he aquí un intérprete de
la ley se levantó y dijo, para probarle: ‘Maestro, ¿haciendo qué cosa
heredaré la vida eterna?’ Él le dijo: ‘¿Qué está escrito en la ley?
¿Cómo lees?’ Aquel respondiendo, dijo: ‘Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y
con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo’. Y le dijo: ‘Bien
has respondido; haz esto y vivirás’”.
Lucas 10:25-28
.
Aquí, Cristo le muestra a ese experto en asuntos legales, que
amar a Dios con todo el corazón y a nuestro prójimo como a nosotros
mismos es el verdadero fruto de la piedad. “Haz esto”, dijo él -no
‘cree’ sino ‘haz’-, “y vivirás”. Lo que hace a un cristiano no es
únicamente profesar una creencia en los mandatos obligatorios de la
Ley de Dios, sino el cumplimiento de dicha ley.
En la parábola, Cristo exalta al samaritano por encima del sa-
cerdote y del levita, los cuales evidenciaban gran preocupación por
cumplir la letra de los Diez Mandamientos. El samaritano obedeció
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