Página 641 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La educación adecuada
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A cada hijo e hija debe pedírsele cuenta si se ausenta de la
casa de noche. Los padres deben saber en qué compañía se hallan
sus hijos, y en casa de quién pasan sus veladas. Algunos hijos
engañan a sus padres con mentiras para evitar que quede expuesta
su mala conducta. Hay quienes buscan la amistad de compañeros
corrompidos, y visitan secretamente en la ciudad tabernas y otros
lugares de placer prohibidos. Hay alumnos que visitan los salones
de billar y juegan a los naipes, lisonjeándose de que no hay peligro.
Puesto que buscan solamente divertirse, se sienten perfectamente
seguros. No son sólo los inferiores los que hacen esto. Algunos
de los que han sido cuidadosamente criados y enseñados a mirar
tales cosas con aborrecimiento, se están aventurando en el terreno
prohibido.
Los jóvenes deben ser dominados por principios firmes, a fin
de aprovechar debidamente las facultades que Dios les ha dado.
Pero los jóvenes siguen tanto y tan ciegamente los impulsos, sin
referencia a los principios, que están constantemente en peligro.
Siendo que no siempre pueden tener la dirección y protección de
padres y tutores, necesitan ser enseñados a regirse y dominarse a
sí mismos. Se les debe enseñar a pensar y actuar de acuerdo con
principios de conciencia.
Los que se dedican al estudio deben tener solaz. La mente no
debe dedicarse constantemente a la reflexión detenida, porque se
gastaría la delicada maquinaria mental. Tanto el cuerpo como la
mente deben tener ejercicio. Pero hay una gran necesidad de tem-
perancia en las diversiones, como en cualquier otra actividad. Su
carácter debe ser considerado cuidadosa y cabalmente. Todo joven
debe preguntarse: ¿Qué influencia tendrán estas diversiones sobre
mi salud física, mental y moral? ¿Quedará mi mente tan infatuada
que me olvide de Dios? ¿Dejaré de tener presente su gloria?
Se deberían prohibir los juegos de naipes. Las amistades y ten-
dencias son peligrosas. El príncipe de los poderes de las tinieblas
preside la sala de juego y cualquier lugar donde se juegue con naipes.
Los ángeles malos son huéspedes habituales de esos lugares. No hay
nada en tales diversiones que sea beneficioso para el alma o el cuer-
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po. No hay nada que refuerce el intelecto, nada que aporte valiosas
ideas para un uso futuro. La conversación versa sobre temas triviales
y degradantes. En ellas se escuchan el chiste grosero, la charla baja