Página 645 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Responsabilidad ante Dios
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rodean, que podrían haber sido hombres útiles y felices de haber
aprovechado sus oportunidades. Muchos jóvenes malgastan las pre-
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ciosas horas de la vida soñando despiertos y sin hacer nada. Esas
personas carecen de fuerza de carácter y principios fuertes. Muchos
se dejan llevar por las circunstancias. Siempre buscan la simpatía de
los demás, dependiendo vanamente de los otros para ser felices. Las
esperanzas de todos los que siguen esta conducta naufragarán, las
de esta vida y las de la futura.
Los jóvenes que establecen una amistad pueden convertirla en
una bendición o una maldición. Pueden edificarse, bendecirse y
fortalecerse mutuamente, mejorando su comportamiento, su disposi-
ción y su conocimiento o, al permitirse ser despreocupados e infieles,
pueden ejercer una influencia desmoralizadora.
Jesús ayudará a todos los que pongan su confianza en él. Los
que están unidos a Cristo son gobernados por la felicidad. Siguen
la senda por la cual los guía el Salvador, crucificando el yo por él
junto con las aficiones y las pasiones. Esas personas han construído
sus esperanzas en Cristo y las tormentas de la tierra no tienen poder
para arrancarla de su seguro cimiento.
A vosotros compete, muchachos y muchachas, que seáis perso-
nas de confianza, íntegras y realmente útiles. Debéis estar prontos y
resueltos a tomar partido por la justicia en cualquier circunstancia.
Nuestros malos hábitos no pueden entrar con nosotros en el cielo; a
menos que los venzamos aquí, nos expulsarán de la morada de los
justos. Los malos hábitos ponen la más vigorosa resistencia cuando
se les planta batalla. Pero si, con tesón, se mantiene vivo el combate,
podrán ser conquistados.
Para formar hábitos correctos, debemos buscar la compañía de
personas de moral sana e influencia religiosa. Constantemente debe-
ríamos tener presente que debemos ser aptos para habitar los atrios
celestiales. Hemos recibido las preciosas horas de gracia para que
podamos eliminar todos los defectos del carácter. Deberíamos esfor-
zarnos en hacerlo, no sólo para obtener la vida futura, sino para ser
útiles aquí. Los muchachos y las muchachas deberían considerar que
un buen carácter es como un capital de más valor que el oro, la plata
o las acciones. No se verá afectado por las situaciones de pánico y
las quiebras y dará ricos beneficios cuando las posesiones terrenales
desaparezcan. Los jóvenes necesitan una visión más elevada y noble