Página 68 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
su hijo, tratándolo con afecto, y absteniéndose de amonestarlo por
cada pequeño error, no sea que se endurezca por la crítica continua.
Deberían cultivar la caridad y paciencia de Cristo. Al actuar con
un espíritu de vigilancia y sospecha con respecto a los motivos y
la conducta de los demás, ustedes con frecuencia anulan el bien
que habían hecho. Ustedes están acariciando un sentimiento cuya
influencia es desalentadora, que repele, que no atrae ni gana. Deben
estar dispuestos a transformarse en personas flexibles y compren-
sivas en su disposición, tal como desean que otros sean. El amor
egoísta por sus propias opiniones y formas de actuar, destruirá en
gran medida, su capacidad de hacer el bien que están deseosos de
realizar.
Hermana F, usted tiene un deseo demasiado grande de gobernar.
Es muy sensible; si se resiste su voluntad, se siente muy herida;
su yo se levanta en armas, porque no tiene un espíritu humilde y
dispuesto a ser enseñado. Necesita vigilar con todo cuidado este
punto; en resumen, necesita experimentar una conversión completa
antes que su influencia pueda ser lo que debiera ser. El espíritu
que manifiesta la hará miserable si continúa acariciándolo. Verá las
equivocaciones de los demás, y se sentirá tan ansiosa de corregirlas,
que dejará de percibir sus propias faltas, y pasará muchos trabajos
para quitar la mota del ojo de su hermano mientras que hay una
viga que obstruye su propia visión. Dios no quiere que haga de su
conciencia un criterio para otros. Usted tiene un deber que realizar,
el cual consiste en transformarse en una persona alegre, y cultivar la
abnegación en sus sentimientos, hasta que su mayor placer consista
en hacer felices a todos los que la rodean.
Tanto usted como su esposo necesitan suavizar sus corazones y
ser imbuidos con el espíritu de Cristo, para que así, mientras viven
en una atmósfera de alegría y benevolencia, puedan ayudar a que
quienes los rodean estén también sanos y felices. Han imaginado
que la alegría no estaba de acuerdo con la religión de Cristo. Éste
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es un error. Podemos mantener verdadera dignidad cristiana y al
mismo tiempo ser alegres y placenteros en nuestro comportamiento.
La alegría sin liviandad es una de las gracias cristianas. Debieran
cuidarse de no adoptar conceptos estrechos acerca de la religión,
para no limitar su influencia ni convertirse en siervos infieles de
Dios.