Página 82 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Dios. Sin embargo, los mismos transgresores pueden profesar que
guardan todos los mandamientos del Señor.
Debemos acercarnos más a Dios, ponernos en más íntima re-
lación con el cielo y llevar a cabo los principios de la ley en las
menores acciones de nuestra vida diaria a fin de ser espiritualmente
sanos. Dios ha dado a sus siervos capacidad y talentos que han de
emplearse para su gloria y no ser relegados a la inactividad o mal-
gastados. Les ha dado la luz y el conocimiento de su voluntad para
que los comuniquen a otros; y al impartirlos llegarán a ser conductos
de luz. Si no ejercemos nuestra fuerza espiritual, nos debilitamos,
como los miembros del cuerpo se inutilizan cuando el inválido está
obligado a permanecer mucho tiempo inactivo. Es el uso lo que da
poder.
Nada aumentará más la fuerza espiritual y el fervor y profun-
didad de los sentimientos, como el visitar y servir a los enfermos
y abatidos, ayudándoles a ver la luz y a aferrarse de Jesús por la
fe. Hay deberes desagradables que alguien debe cumplir, o habrá
almas que perecerán. Los cristianos hallarán bendición en hacer
estos deberes por desagradables que sean. Cristo asumió la desagra-
dable tarea de bajar de la mansión de pureza y gloria insuperable,
para venir a morar como hombre entre los hombres en un mundo
mancillado y ennegrecido por el crimen, la violencia y la iniquidad.
Lo hizo para salvar almas; y ¿podrán presentar excusas en favor de
sus vidas de comodidad egoísta los que fueron objeto de un amor
tan asombroso y una condescendencia sin comparación? ¿Preferirán
éstos seguir sus propios placeres e inclinaciones, y dejarán que las
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almas perezcan en las tinieblas porque se soportan chascos y repro-
ches al trabajar para salvarlas? Cristo pagó un precio infinito por la
redención del hombre, y ¿dirá éste: “Señor mío, no quiero trabajar
en tu viña; ruégote que me des por excusado”
El Señor invita a aquellos que viven cómodamente en Sión a que
se levanten y trabajen. ¿No escucharán la voz del Maestro? Él quiere
obreros fieles y dedicados a la oración, que siembren junto a todas las
aguas. Los que trabajen así se sorprenderán al ver cómo las pruebas,
resueltamente soportadas en el nombre y con la fuerza de Jesús,
darán firmeza a la fe y renovarán el valor. En la senda de la humilde
obediencia hay seguridad y poder, consuelo y esperanza; pero los
que no hagan nada por Jesús perderán finalmente su recompensa.