Página 84 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
cosecha, y que todo lo que poseían era creado por él. Todo era del
Señor, y él los había hecho administradores de sus bienes.
La generosidad de los judíos en la construcción del tabernáculo y
del templo ilustra un espíritu de dadivosidad que no ha sido igualado
por los cristianos en ninguna ocasión ulterior. Los judíos acababan
de ser libertados de su larga esclavitud en Egipto y erraban por
el desierto; sin embargo, apenas fueron librados de los ejércitos
de los egipcios que los perseguían en su apresurado viaje, llegó la
palabra del Señor a Moisés, diciendo: “Di a los hijos de Israel que
tomen para mí ofrenda: de todo varón que la diere de su voluntad, de
corazón, tomaréis mi ofrenda”.
Éxodo 25:2
. El pueblo tenía pocas
riquezas, y ninguna halagüeña perspectiva de aumentarlas; pero tenía
delante de sí un objeto: construir un tabernáculo para Dios. El Señor
había hablado, y sus hijos debían obedecer su voz. No retuvieron
nada. Todos dieron con mano voluntaria; no cierta cantidad de sus
ingresos, sino gran parte de lo que poseían. La consagraron gozosa
y cordialmente al Señor, y le agradaron al hacerlo. ¿No le pertenecía
acaso todo? ¿No les había dado él todo lo que poseían? Si él lo
pedía, ¿no era su deber devolver al Prestamista lo suyo?
No hubo necesidad de rogarles. El pueblo trajo aún más de lo
requerido, y se le dijo que cesara de traer sus ofrendas porque había
ya más de lo que se podía usar. Igualmente, al construirse el templo,
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el pedido de recursos recibió cordial respuesta. La gente no dio de
mala gana. Le regocijaba la perspectiva de que fuese construído un
edificio para el culto de Dios, y dio más de lo suficiente para ese
fin. David bendijo al Señor delante de toda la congregación y dijo:
“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos
ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? porque todo es tuyo,
y lo recibido de tu mano te damos”.
1 Crónicas 29:14
. Además, en
su oración, David dio gracias con estas palabras: “Oh Jehová Dios
nuestro, toda esta abundancia que hemos aprestado para edificar casa
a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo”.
vers. 16
.
David comprendía perfectamente de quién provenían todas sus
bendiciones. ¡Ojalá que aquellos que en este tiempo se regocijan
en el amor del Salvador se dieran cuenta de que su plata y oro son
del Señor y deben emplearse para fomentar su gloria y no retenerse
ávidamente para enriquecimiento y complacencia propia! Él tiene