Página 97 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La prueba
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que la provocación era suficientemente fuerte para olvidarse de su
humanidad y de que fue creado a imagen y semejanza de Dios. Ha
desfigurado y distorsionado esa imagen. Ha perdido el autocontrol y
ha dejado de tener poder sobre su voluntad. Se ha vuelto obstinado,
y ha cedido al poder de Satanás cada vez que se ha abandonado a la
pasión y al autogobierno, cada vez que ha permitido que sus senti-
mientos dominaran su juicio, su voluntad obstinada y descontrolada.
El Señor vio que usted no se conoce a sí mismo y que, a menos que
se viera a sí mismo y la pecaminosidad de su vida bajo la luz de
la verdad, a menos que viera cuán gravosas son a los ojos de Dios
esas explosiones de ira que se volvían más fuertes a cada aparición,
con toda certeza fracasaría en su intento de ganar un trono junto al
sufriente Hombre del Calvario.
Hermano G, Dios lo llama para que se arrepienta y se convierta, y
se vuelva como un niño. A menos que la verdad tenga una influencia
santificadora sobre su vida y amolde su carácter, no tendrá herencia
en el reino de Dios. La Providencia del Señor lo escogió para que
estuviera conectado más directamente con su causa y obra. Lo aceptó
como a un soldado indisciplinado, recién entrado en el ejército, y lo
sometió a normas, reglas y responsabilidades para que se puliera.
Al principio usted obraba con nobleza e intentaba mantenerse fiel
en su puesto. Soportaba las pruebas mejor que nunca. Pero Satanás
vino con tentaciones engañosas y cayó presa de ellas. El Señor se
apiadó de usted y puso su mano sobre usted para salvarlo. Le dio una
experiencia rica que ha desaprovechado. Como los hijos de Israel,
pronto se olvidó de los cuidados de Dios y su gran misericordia.
Hermano G, fue sanado en respuesta a las oraciones y Dios le dio
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una nueva vida. Pero ha permitido que los celos y la envidia entraran
en su alma y lo ha decepcionado. Su designio era que fuera llevado
allí donde pudiera desarrollar su carácter, allí donde pudiera ver y
corregir sus defectos.
En su infancia y su juventud, su educación no fue la correcta.
Ahora debe aprender las lecciones de autocontrol que debería haber
aprendido en sus primeros años. Dios le trajo a un entorno nuevo
para que su Santo Espíritu lo disciplinara, para que usted pudiera
adquirir la fuerza moral y el autocontrol que hicieran de usted un
conquistador. Será necesario el mayor esfuerzo, la determinación
más perseverante y resuelta y la máxima energía para controlar su yo.