El día del señor se acerca
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Las cosas semejantes se atraen entre sí. Los que están bebiendo
de la misma fuente de bendición se acercarán unos a otros. La
verdad, morando en el corazón de los creyentes, los llevará a una
bienaventurada y feliz asimilación. Así recibirá respuesta la oración
que elevó Cristo, para que sus discípulos fuesen uno como él es uno
con el Padre. Todo corazón verdaderamente convertido se esforzará
por alcanzar esta unidad.
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Entre los impíos habrá una armonía engañosa que ocultará tan
sólo parcialmente una discordia perpetua. En su oposición a la
voluntad y la verdad de Dios, están unidos mientras que en todos los
demás puntos están desgarrados por el odio, la emulación, los celos
y la contienda mortífera.
El metal puro y el vil están ahora tan mezclados que únicamente
el ojo discernidor del Dios infinito puede distinguir con certidumbre
entre ellos. Pero el imán moral de la santidad y la verdad atraerá y
reunirá el metal puro, mientras que rechazará el vil y falsificado.
“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso”
(
Sofonías 1:14
); pero ¿dónde contemplamos el verdadero espíritu
adventista? ¿Quiénes se están preparando para subsistir en este tiem-
po de tentación que está por sobrecogernos? El pueblo al cual Dios
ha confiado las verdades sagradas, solemnes y escrutadoras para este
tiempo, está durmiendo en su puesto. Dice por sus acciones: Tene-
mos la verdad, somos ricos, y estamos enriquecidos, y no tenemos
“necesidad de ninguna cosa”; mientras que el Testigo Fiel declara:
“Y no conoces que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego
y desnudo”
Apocalipsis 3:17
.
¡Con qué fidelidad describen estas palabras la condición actual
de la iglesia: “Y
no conoces
que tú eres un desventurado, miserable,
pobre, ciego y desnudo”! Los siervos de Dios presentan mensajes de
amonestación dictados por el Espíritu Santo, que señalan defectos
de carácter a los que yerran; pero ellos dicen: “Esto no representa mi
caso. No acepto el mensaje que me traéis. Estoy haciendo lo mejor
que puedo. Creo la verdad”.
Aquel siervo malo que dice en su corazón: “Mi Señor tarda en
venir” (
Mateo 24:48
) profesa estar aguardando a Cristo. Es un “sier-
vo” exteriormente dedicado al servicio de Dios, mientras que en su
corazón ha cedido a Satanás. No niega abiertamente la verdad, como
el escarnecedor, sino que revela en su vida el sentir de su corazón,