Página 150 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
En toda iglesia debe establecerse un fondo para los pobres. Lue-
go cada miembro presentará una ofrenda de agradecimiento a Dios
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cada semana o cada mes, según resulte más conveniente. Esta ofren-
da expresará nuestra gratitud por los dones de la salud, el alimento y
las ropas cómodas. Y en la medida en que Dios nos haya bendecido
con estas comodidades, apartaremos recursos para los pobres, los do-
lientes y los angustiados. Quisiera llamar especialmente la atención
de los hermanos a este punto. Recordemos a los pobres. Privémonos
de algunos de nuestros lujos; sí, aun de comodidades, y ayudemos a
aquellos que pueden obtener solamente la más escasa alimentación e
indumentaria. Al obrar en su favor, obramos para Jesús en la persona
de sus santos. El se identifica con la humanidad doliente. No aguar-
demos hasta que hayan sido satisfechas todas nuestras necesidades
imaginarias. No confiemos en nuestros sentimientos para dar cuando
nos sintamos dispuestos a ello, y retener cuando no nos inclinemos a
dar. Demos regularmente, sea diez, veinte o cincuenta centavos por
semana, según lo que quisiéramos ver anotado en el registro celestial
en el día de Dios.
Queremos agradeceros por vuestros buenos deseos, pero los
pobres no pueden vivir cómodamente sólo con buenos deseos. Deben
recibir alimentos y ropas como pruebas tangibles de vuestra bondad.
Dios no quiere que ninguno de sus seguidores mendigue su pan. Os
ha dado en abundancia para que podáis suplir las necesidades que
ellos no alcanzan a suplir con su laboriosidad y estricta economía. No
aguardéis a que llamen vuestra atención a sus necesidades. Obrad
como Job. Lo que él no sabía, lo averiguaba. Haced una gira de
inspección, y ved lo que se necesita, y cómo puede suplirse mejor.
Se me ha mostrado que muchos de nuestros hermanos están
robando al Señor en los diezmos y las ofrendas, y como resultado
la obra se perjudica grandemente. La maldición de Dios descansará
sobre los que están viviendo de las bondades de Dios, y sin embargo
cierran su corazón y nada o casi nada hacen para que progrese
su causa. Hermanos y hermanas, ¿cómo puede el Padre benéfico
continuar haciéndoos sus mayordomos y daros recursos que debéis
usar para él, si lo retenéis todo, aseverando egoístamente que es
vuestro?
En vez de devolver a Dios los medios que él ha puesto en sus
manos, muchos los invierten en más tierras. Este mal está creciendo
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