Página 156 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El poder de la verdad
En los primeros días, la palabra de Dios fue predicada por sus
ministros “con demostración del Espíritu y de poder”.
1 Corintios
2:4
. Los corazones de los hombres se conmovían por la proclamación
del Evangelio. ¿A qué obedece que la predicación de la verdad hoy
día tenga tan poco poder para conmover a la gente? ¿Está Dios
menos dispuesto a otorgar sus bendiciones a los obreros de su causa
en estos tiempos que en los días de los apóstoles?
La amonestación que nosotros proclamamos al mundo tiene que
resultar para los hombres como sabor de vida para vida, o de muerte
para muerte. ¿Acaso enviaría el Señor a sus siervos a proclamar este
formidable y solemne mensaje reteniendo de ellos el Espíritu Santo?
¿Se atreverán los hombres débiles y errantes a interponerse entre los
vivos y los muertos para proclamar palabras de vida eterna sin la
gracia y el poder especial de Dios? Nuestro Señor es rico en gracia,
grande en poder; abundantemente otorgará sus dones sobre todos
aquellos que vienen a él con fe. Está más dispuesto a dar el Espíritu
Santo a los que se lo pidan, que los padres a dar buenas dádivas a
sus hijos. La razón porque la preciosa e importante verdad para este
tiempo no tiene poder para salvar, es que no trabajamos con fe.
Debemos orar por el derramamiento del Espíritu con tanto ahín-
co como lo hicieron los discípulos en el día del Pentecostés. Si ellos
lo necesitaban en aquel tiempo, nosotros lo necesitamos más hoy
día. La oscuridad moral, cual paño mortuorio, cubre la tierra. Toda
clase de falsas doctrinas, herejías y engaños satánicos están desvian-
do las mentes de los hombres. Sin el Espíritu y el poder de Dios,
trabajaremos en vano por presentar la verdad.
Es por medio de la contemplación de Cristo, ejerciendo fe en
él, experimentando por nosotros mismos su gracia salvadora, que
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estaremos calificados para presentarlo ante el mundo. Si hemos
aprendido de él, Jesús será nuestro tema; su amor, ardiendo sobre el
altar de nuestros corazones, llegará al corazón de las personas. La
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