Página 167 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El amor fraternal
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. El amor divino que reina en el corazón extermina el orgullo y
el egoísmo. “El amor no es jactancioso, no se envanece”. El gozo
más puro brota de la humillación más profunda. Los caracteres más
fuertes y nobles descansan sobre el cimiento de la paciencia, del
amor y de una sujeción que cree en la voluntad de Dios.
El amor “no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no
guarda rencor”.
vers. 5
. El corazón donde reina el amor no estará
lleno del deseo de venganza, de heridas que el orgullo y el amor pro-
pio darían por insoportables. El amor no es sospechoso e interpreta
de la manera más favorable los motivos y hechos de los demás. El
amor jamás expondrá innecesariamente las faltas de los otros. No
escucha con ansias informes negativos, sino que procura traer a la
memoria algunas de las buenas cualidades de la persona a quien se
denigra.
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El amor “no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad”.
vers. 6
. Aquel cuyo corazón está imbuido de amor, se entristece
por los errores y debilidades de los demás; pero cuando triunfa
la verdad, cuando la sombra que oscurecía la buena fama de otra
persona se desvanece, o cuando los pecados se confiesan y los males
son corregidos, se regocija.
“Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
vers. 7
. El amor no solamente es tolerante hacia las faltas de los
demás, sino que gozosamente se somete a cualquier sufrimiento o
inconveniencia que dicha tolerancia requiera. Este amor “nunca deja
de ser”.
vers. 8
. Jamás perderá su valor; es un atributo del cielo.
Como tesoro precioso, puede ser llevado por el que lo posee a través
de los portales de la ciudad de Dios.
El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz. La discordia y la con-
tienda son la obra de Satanás y el fruto del pecado. Si como pueblo
queremos disfrutar de paz y amor, tenemos que apartarnos de nues-
tros pecados; tenemos que estar en armonía con Dios y los unos
con los otros. Que cada cual se pregunte: ¿Poseo yo el don del
amor? ¿He aprendido a ser paciente y bondadoso? Sin este atributo
celestial, los talentos, la preparación y la elocuencia serán tan vacíos
como metal que resuena y címbalo que retiñe. ¡Qué lástima que este
valioso tesoro se tenga en tan poca estima y se busque tan poco por
parte de muchos de los que profesan la fe!