Página 177 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

La diligencia en los negocios
173
dado ese físico? Usted es tan responsable de sus facultades físicas
como sus hermanos lo son de sus recursos. Algunos de ellos saldrían
ganando si pudiesen cambiar su propiedad por las fuerzas físicas
suyas. Pero si se encontrasen en su situación, mediante el empleo
diligente de sus facultades mentales y físicas no pasarían menester
ni deberían cosa alguna a nadie. Si las circunstancias parecen estar
contra usted, no es porque Dios le tenga inquina, sino porque usted
no emplea las fuerzas que le ha dado. El no quería que sus facultades
se herrumbrasen en la inacción, sino que las fortaleciese por el uso.
La religión que usted profesa le impone el deber de emplear
su tiempo tanto durante los seis días de trabajo, como asistir a la
iglesia el sábado. Usted no es diligente en los negocios. Deja pasar
las horas, los días y aun las semanas sin hacer nada. El mejor sermón
que podría predicar al mundo sería mostrar una decidida reforma
en su vida, y proveer para su familia. Dice el apóstol: “Si alguno no
tiene cuidado de los suyos, y mayormente de los de su casa, la fe
negó, y es peor que un infiel”.
1 Timoteo 5:8
.
Usted ocasiona oprobio a la causa domiciliándose en un lugar
donde permanece en la indolencia por un tiempo y luego se ve
obligado a endeudarse a fin de proveer para su familia. No es siempre
escrupuloso en pagar esas deudas, sino que en vez de hacerlo se
[168]
traslada a otro lugar. Esto es defraudar a su prójimo. El mundo tiene
derecho a esperar estricta integridad de aquellos que profesan ser
cristianos de acuerdo con la Biblia. Por la indiferencia de un hombre
en cuanto a pagar sus justas deudas, todos nuestros hermanos están
en peligro de ser considerados como deshonestos.
“Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también
vosotros”.
Lucas 6:31
. Esto se refiere tanto a los que trabajan con
sus manos como a aquellos que tienen dones que conceder. Dios le
ha dado fuerza y habilidad, pero usted no las ha usado. Su fuerza
es suficiente para proveer abundantemente a las necesidades de su
familia. Levántese por la mañana, aun mientras las estrellas brillan,
si es necesario. Propóngase hacer algo, y luego hágalo. Redima toda
promesa, a menos que la enfermedad le postre. Mejor es negarse el
alimento y el sueño que ser culpable de defraudar a otros de lo que
se les debe con justicia.
La montaña del progreso no se puede escalar sin esfuerzo. Nadie
debe esperar que se lo lleve al éxito en los asuntos religiosos ni en