Página 18 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Discurso para un congreso campestre
Boulder, Colorado,
25 de Septiembre de 1881
Estimados hermanos y hermanas que se congregarán en el congreso
campestre de Míchigan
Siento mayor interés por esta reunión que por cualquiera otra
que se haya celebrado durante esta temporada. En Míchigan no se
ha realizado el trabajo que ese lugar merece. Dios ha establecido
instituciones importantes entre vosotros, lo cual os impone mayores
responsabilidades que cualquiera otra asociación en todo el campo.
Se os ha otorgado gran luz, y pocos han respondido a ella; sin
embargo, siento una tierna y cordial solicitud por nuestro amado
pueblo de Míchigan. La advertencia de que el Hijo de Dios viene
pronto en las nubes del cielo, se ha convertido para muchos en un
cuento. Han dejado de esperar y velar. El espíritu egoísta y mundano
que se manifiesta en la vida delata el sentir del corazón; “Mi Señor
tarda en venir”.
Mateo 24:48
. Algunos están envueltos por una
oscuridad tan grande que expresan abiertamente su incredulidad,
a pesar de que nuestro Salvador declaró que los tales son siervos
infieles y que su parte será con los hipócritas y los incrédulos.
Nuestros ministros no están cumpliendo cabalmente con su de-
ber. Debe llamarse la atención del pueblo al evento trascendental
que está tan cercano. Las señales de los tiempos deben mantenerse
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frescas ante sus mentes. Las visiones proféticas de Daniel y de Juan
predicen un período de oscuridad y decadencia moral; pero en el
tiempo del fin, tiempo en el que estamos viviendo actualmente, la
visión hablaría y no mentiría. Al cumplirse las señales predichas,
se pide de los que esperan y velan que alcen la vista, levanten sus
cabezas y se regocijen, porque su redención está cercana.
Esta exhortación fue escrita para el congreso campestre del Estado de Míchigan,
pero como fue olvidada entonces, se leyó ante la Asociación General en Diciembre de
1881.
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