Discurso para un congreso campestre
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Cuando se presentan estas cosas como se debe, surgen burladores
que andan conforme a sus propias concupiscencias, los cuales dicen:
“¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde el día en que
los padres durmieron, todas las cosas permanecen como estaban
desde el principio de la creación”.
2 Pedro 3:4
. Pero “cuando estén
diciendo: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción
repentina”.
1 Tesalonicenses 5:3
. “Mas vosotros, hermanos, no estáis
en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como un ladrón”.
vers.
4
. Gracias a Dios que no todos serán arrullados en la cuna de la
seguridad carnal. Habrá fieles que discernirán las señales de los
tiempos. Aunque un gran número de los que profesan la verdad
presente negarán su fe por sus obras, habrá algunos que perseverarán
hasta el fin.
El mismo espíritu de egoísmo y conformidad con las costumbres
del mundo que existió en los días de Noé, existe también en nuestros
días. Muchos que profesan ser hijos de Dios persiguen sus intereses
mundanales con una intensidad que desmiente su profesión. Estarán
plantando y edificando, comprando, comiendo y bebiendo, casándose
y dándose en casamiento hasta el último momento de prueba. Esta
es la condición de gran número de miembros de nuestro pueblo.
Debido a que abunda la iniquidad, el amor de muchos se enfría. A
muy pocos se les puede decir: “Porque sois... hijos del día: no somos
de la noche ni de las tinieblas”.
1 Tesalonicenses 5:5
.
Siento un peso en el alma al ver cuánto escasea la espiritualidad
entre nosotros. Las modas y las costumbres del mundo, el orgullo,
el amor por la diversión, el amor por la ostentación, la extravagancia
en el vestido, en casas y terrenos... estas cosas roban la tesorería
del Señor, desviando hacia la gratificación del yo los recursos que
deben ser usados para enviar al mundo la luz de la verdad. A los
propósitos egoístas se les otorga la mayor consideración. Se da más
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importancia a los negocios mundanales que a la labor de capacitar
a hombres para la salvación de la gente. La gente perece por falta
de conocimiento. Aquellos que han recibido la luz de la verdad
presente y que sin embargo no sienten la necesidad de esforzarse
para amonestar a sus semejantes acerca del juicio venidero, tendrán
que rendir cuenta a Dios por su descuido del deber. La sangre de las
almas recaerá sobre sus vestimentas.