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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Los viejos portaestandartes están desfalleciendo y cayendo. No
se ha educado a los jóvenes para sentir que son responsables ante
Dios; poco se ha hecho para inducirlos a trabajar en la causa, por
lo que ellos se dedican a las profesiones que merecen mayor paga
y requieren el menor esfuerzo y responsabilidad. Como pueblo no
estamos progresando en espiritualidad a medida que nos acercamos
al fin. No nos damos cuenta de la magnitud e importancia de la obra
que tenemos por delante. Por lo tanto, nuestros planes no se hacen
más amplios y abarcantes. Hay una lamentable falta de hombres y
mujeres preparados para llevar adelante la creciente obra para este
tiempo.
No estamos haciendo ni la vigésima parte de lo que Dios requiere
que hagamos. Ha habido un abandono de la sencillez de la obra, y
se la ha hecho intrincada, difícil de ejecutar. Demasiado a menudo
la han dirigido y controlado el criterio y la sabiduría humanos y no
de Dios. Muchos sienten que no disponen de tiempo para velar por
las almas como quienes tienen que rendir cuenta. ¿Y qué excusas
darán por esta negligencia en cumplir la importante obra que les
correspondía hacer?
En nuestro colegio se debe educar a los jóvenes de la manera más
completa y cuidadosa posible, a fin de que estén capacitados para
trabajar para Dios. Este fue el propósito por el cual se creó la insti-
tución. Nuestros hermanos en todas partes debieran sentir interés,
no sólo por sostener, sino además por velar para que el colegio no
se aparte de su propósito ni se deje amoldar a la semejanza de otras
instituciones de su clase. El interés religioso debe ser constantemen-
te protegido. El tiempo se acaba. La eternidad se aproxima. La gran
cosecha debe recogerse. ¿Qué estamos haciendo para prepararnos
para esta obra?
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Los administradores que dirigen nuestro colegio deben ser hom-
bres piadosos y fervientes. Deben hacer de la Biblia la regla y guía
de la vida y estar atentos a la segura palabra profética “como a una
lámpara que alumbra en lugar oscuro”.
2 Pedro 1:19
. Ninguno de
nosotros debiera atreverse a estar desprevenido ni por un momento
“porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.
Mateo
24:44
. Solamente los que sigan fieles en el bien hacer recibirán
la recompensa. Se da lugar entre nosotros a muchas cosas que no
tienen parte con Cristo. Ministros, profesores, y maestros no con-