Página 21 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Discurso para un congreso campestre
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sagrados ayudan a Satanás a levantar bandera dentro de nuestros
propios baluartes.
Aunque el propósito de nuestro colegio ha sido expresado re-
petidamente, muchos están de tal manera cegados por el dios de
este mundo, que pierden de vista su verdadero objetivo. Dios tenía
el propósito de que en esta institución los jóvenes fueran atraídos
hacia él a fin de prepararse para predicar el Evangelio de Cristo, y
extraer del inagotable tesoro de la Palabra de Dios cosas nuevas y
viejas para la instrucción y edificación de la gente. Los maestros y
profesores debieran percibir claramente los peligros de esta época
y la obra que ha de realizarse para preparar a un pueblo que puede
estar en pie en el día del Señor.
Algunos de los maestros han estado esparciendo lejos de Cristo
en lugar de recoger con él. Por su propio ejemplo inducen a los
que están bajo su cargo a adoptar las costumbres y los hábitos de
las personas mundanas. Unen las manos de los estudiantes con los
incrédulos que siguen las modas en boga y aman las diversiones,
y así los acercan un paso más al mundo y los alejan de Cristo. Y
hacen eso a pesar de las amonestaciones del cielo, no solamente las
que se han dado al pueblo en general, sino también las que han sido
dirigidas a ellos mismos. La ira del Señor se enciende por causa de
estas cosas.
Dios probará la fidelidad de su pueblo. Muchos de los errores que
cometen los que profesan ser servidores de Dios son consecuencia
de su amor propio, su deseo de aprobación, su sed de popularidad.
Así cegados, no se dan cuenta de que son elementos de oscuridad en
vez de luz. “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y
no toquéis lo inmundo; y yo os acogeré, y seré a vosotros por Padre,
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y vosotros me seréis por hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.
2 Corintios 6:17, 18
. Estas son las condiciones que permitirán que
se nos reconozca como hijos de Dios: la separación del mundo y el
renunciamiento a las cosas que engañan, fascinan y entrampan.
El apóstol Pablo declara que es imposible que los hijos de Dios
se vinculen con los mundanos. “No os juntéis en yugo desigual con
los incrédulos”.
2 Corintios 6:14
. Esto no se refiere solamente al
matrimonio; cualquier relación de confianza y coparticipación con
los que no aman a Dios y la verdad, constituye una trampa.