El traslado a Battle Creek
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Los creyentes que se mantienen fieles a Dios en medio de in-
fluencias antagónicas están ganando una experiencia de inestimable
valor. Su fuerza aumenta con cada obstáculo sobrepasado y cada
tentación vencida. Este es un hecho que a menudo se pasa por alto.
Cuando una persona ha recibido la verdad, los amigos equivocados
temen exponerla a cualquier prueba y procuran inmediatamente co-
locarla en una situación más fácil. La persona se marcha a un lugar
donde todo armoniza con ella; pero, ¿crece de esta manera su fuerza
espiritual? En muchos casos, no. Llega a tener tanto vigor como una
planta de invernadero. Deja de velar; su fe se debilita; ni crece ella
misma ni ayuda a otros a crecer en gracia.
¿Se retraen algunos de sostener la verdad en medio de la incre-
dulidad y la oposición? Les ruego que recuerden a los creyentes de
la casa de Nerón; que consideren la depravación y la persecución a
las que tuvieron que hacer frente, y que deriven de su ejemplo una
lección de valor, fortaleza y fe.
Tal vez sea aconsejable a veces que aquellos que son tiernos
en la fe sean retirados de las grandes tentaciones y la oposición, y
colocados donde puedan disfrutar del cuidado y consejo de cristianos
de experiencia. Sin embargo, que tengan siempre presente que la
vida cristiana es una lucha continua; que el acariciar la pereza y la
indolencia resultará fatal para el éxito.
Después de haber aceptado la verdad, no debiéramos unirnos
con aquellos que se oponen a ella, ni en ninguna manera tampoco
colocarnos donde se nos haga difícil vivir nuestra fe; pero, si alguno
que se halla en semejante situación aceptase la verdad, que pese
bien el asunto antes de abandonarla. Pudiera ser el designio de Dios
que otros sean traídos al conocimiento de la verdad mediante su
influencia y ejemplo.
Muchos están vinculados mediante lazos familiares con los opo-
sitores de la verdad. Estos creyentes a menudo son sometidos a
grandes pruebas, pero por medio de la gracia divina pueden glorifi-
car a Dios obedeciendo la verdad.
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Como siervos de Cristo debiéramos ser fieles en el puesto donde
Dios ve que podemos rendir el servicio más eficiente. Si se nos
presentan oportunidades para ser de mayor utilidad, las debiéramos
aceptar a instancias del Maestro, y su sonrisa aprobadora descansará
sobre nosotros; pero temamos dejar el trabajo que nos ha sido asig-