Página 182 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
nado, a menos que el Señor claramente nos indique nuestro deber
de servirle en otro campo.
Se necesitan diferentes calificaciones para los diversos aspectos
de la obra. El carpintero no está capacitado para trabajar sobre el
yunque, ni el herrero para usar el cepillo. El mercader estaría fuera
de lugar al pie del lecho de un enfermo, y el médico en la oficina
de contabilidad. Aquellos que se cansan de la obra que Dios les ha
encomendado y que se colocan en puestos donde no pueden o no
quieren trabajar, serán tenidos como obreros perezosos. “A cada uno
su obra”.
Marcos 13:34
. Nadie está exento.
Como pueblo hemos olvidado en gran medida nuestro deber
de actuar como misioneros para Dios en el puesto preciso donde
él nos ha colocado. Muchos abandonan ansiosamente sus deberes
y oportunidades presentes por entrar en un campo más amplio; se
imaginan que en alguna otra posición se les hará menos difícil obe-
decer la verdad. Se piensa que nuestras iglesias más grandes ofrecen
mayores ventajas, y hay entre nuestro pueblo una tendencia creciente
de abandonar su puesto especial de responsabilidad y trasladarse
a Battle Creek o a las proximidades de alguna otra iglesia grande.
Esta práctica no sólo amenaza la prosperidad y aun la vida misma de
nuestras iglesias más pequeñas, sino que nos impide hacer la obra
que Dios nos ha dado y está destruyendo nuestra espiritualidad y
utilidad como pueblo.
Desde casi todas las iglesias de Míchigan y en cierto grado de
otros Estados, nuestros hermanos y hermanas han estado agolpán-
dose en Battle Creek. Muchos de ellos eran ayudantes eficientes en
las iglesias más pequeñas, y su retiro ha debilitado en gran manera a
esos grupos pequeños; en algunos casos esto ha hecho que la iglesia
se haya desorganizado completamente.
Los que se han trasladado a Battle Creek, ¿han sido una ayuda
para la iglesia? Al presentarse el asunto ante mí, procuré ver a los
que estuvieran testificando vivamente por Dios, sintiendo respon-
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sabilidad por la juventud, visitando de casa en casa, orando con las
familias y trabajando en favor de los intereses espirituales de ellas.
Vi que esta obra se había descuidado. Al llegar a esta iglesia grande,
muchos sienten que no tienen una parte que hacer. Por consiguiente,
se cruzan de brazos y evitan toda responsabilidad y esfuerzo.