Página 193 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La consulta a los médicos espiritistas
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Desde los tiempos de los patriarcas, había mostrado que sus “delicias
son con los hijos de los hombres”.
Proverbios 8:3
. Había sido un
pronto auxilio para todos los que le buscaban con sinceridad. “En
toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los
salvó: en su amor y en su clemencia los redimió”.
Isaías 63:9
. Sin
embargo, Israel se había rebelado contra Dios, y se había apartado
de él para buscar la ayuda del peor enemigo del Señor.
Los hebreos eran la única nación favorecida con un conocimiento
del verdadero Dios. Cuando el rey de Israel envió a consultar el
oráculo pagano, proclamó a los gentiles que tenía más confianza
en sus ídolos que en el Dios de su pueblo, Creador del cielo y de
la tierra. Asimismo los que profesan conocer la Palabra de Dios le
deshonran cuando se apartan de la Fuente de fuerza y sabiduría para
pedir ayuda o consejo a las potestades tenebrosas. Si la ira de Dios
fue provocada por una conducta tal de parte de un rey perverso e
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idólatra, ¿cómo considerará una conducta similar seguida por los
que profesan ser sus siervos?
¿Por qué están los hombres tan poco dispuestos a confiar en
Aquel que creó al hombre, y que puede por un toque, una palabra,
una mirada, sanar toda enfermedad? ¿Quién es más digno de nuestra
confianza que Aquel que hizo tan grande sacrificio para nuestra
redención? Nuestro Señor nos ha dado instrucciones definidas por
medio del apóstol Santiago, en cuanto a nuestro deber en caso de
enfermedad. Cuando fracasa la ayuda humana, Dios será quien
socorra a su pueblo. “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a
los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el
nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor
lo levantará”.
Santiago 5:14, 15
. Si los que profesan seguir a Cristo
quisieran, con pureza de corazón, ejercitar tanta fe en la promesa
de Dios como la que ponen en los agentes satánicos, sentirían en su
alma y cuerpo el poder vivificador del Espíritu Santo.
Dios ha concedido gran luz a este pueblo, aunque no estamos
fuera del alcance de la tentación. ¿Quiénes de entre nosotros están
solicitando ayuda a los dioses de Ecrón? Miremos este cuadro, que
no ha sido trazado por la imaginación. ¿En cuántos, aun de entre
los adventistas, pueden verse sus principales características? Un
inválido -aparentemente muy concienzudo, pero fanático y lleno de
suficiencia propia- confiesa libremente su desprecio por las leyes