Página 209 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El sello de Dios
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caudillos de la apostasía y dan ejemplos de indiferencia y abuso de
las misericordias de Dios. Ya no tolerará él su conducta impía, y en
su ira, obra con ellos sin misericordia.
De muy mala gana retrae el Señor su presencia de aquellos a
quienes bendijo con gran luz, y que sintieron el poder de la Palabra
administrada a otros. Fueron una vez sus siervos fieles, favorecidos
por su presencia y dirección; pero se apartaron de él e indujeron a
otros al error y por lo tanto caen bajo el desagrado divino.
El día de la venganza de Dios está por sobrecogernos. El sello
de Dios será puesto únicamente sobre las frentes de aquellos que
suspiran y lloran por las abominaciones que son cometidas en la
tierra. Los que simpatizan con el mundo, comen y beben con los
borrachos, serán destruidos con los que hacen iniquidad. “Porque
los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus
oraciones: pero el rostro del Señor está sobre aquellos que hacen
mal”.
1 Pedro 3:12
.
Nuestra propia conducta determina si recibiremos el sello del
Dios viviente, o si seremos abatidos por las armas destructoras.
Ya han caído sobre la tierra algunas gotas de la ira divina; pero
cuando se derramen las siete últimas plagas sin mixtura en la copa
de su indignación entonces será para siempre demasiado tarde para
arrepentirse y hallar refugio. No habrá entonces sangre expiatoria
que lave las manchas del pecado.
“Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que
está por los hijos de tu pueblo: y será tiempo de angustia, cual nunca
fue después que hubo gente hasta entonces: mas en aquel tiempo
será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el
libro”.
Daniel 12:1
. Cuando llegue ese tiempo de angustia, cada
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caso se habrá decidido, ya no habrá tiempo de gracia ni misericordia
para el impenitente. El sello del Dios vivo estará sobre su pueblo.
Este pequeño remanente, incapaz de defenderse en el mortífero
conflicto con las potestades de la tierra mandadas por la hueste del
dragón, hace de Dios su defensa. Ha sido promulgado por la más
alta autoridad terrestre el decreto de que adoren a la bestia y reciban
su marca bajo pena de persecución y muerte. ¡Dios ayude entonces
a su pueblo! porque ¿qué podría hacer sin su ayuda en un conflicto
tan terrible?