Discurso para un congreso campestre
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es lo que Dios quiere. Pero relajar nuestra vigilancia y permitir
que el elemento mundano tome la delantera, para conseguir más
estudiantes, es contrario a la voluntad de Dios. La fuerza de nuestro
colegio estriba en mantener el predominio del elemento religioso.
Cuando maestros y profesores sacrifiquen los principios religiosos
para complacer a una clase mundana y amadora de los placeres,
deben ser considerados como infieles a su cometido y ser despedidos.
La emocionante verdad que ha estado sonando en nuestros oídos
por muchos años, “el Señor está cerca; estad preparados”, no es
menos cierta hoy que cuando primero oímos el mensaje. Están
en juego en esto los intereses más preciados de la iglesia y del
pueblo de Dios, y el destino de un mundo impenitente e impío,
para este tiempo y la eternidad. Todos vamos encaminados hacia el
juicio. “El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel,
y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivamos, los que
hayamos quedado hasta la venida del Señor, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en
el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
1 Tesalonicenses 4:15-
17
. Entonces Cristo se manifestará en el cielo “para dar retribución
a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro
Señor Jesucristo”.
2 Tesalonicenses 1:8
.
Estos eventos trascendentales están cercanos, pero muchos de los
que profesan la verdad están dormidos. Si permanecen en su posición
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actual de amistad con el mundo, seguramente serán contados con el
siervo infiel que dijo en su corazón, “Mi Señor se tarda en venir”.
Sólo para los que aguardan con esperanza y fe Cristo aparecerá sin
pecado para salvación. Muchos poseen la teoría de la verdad pero
no conocen el poder de la santidad. Si la palabra de Dios morara en
el corazón, controlaría la vida. La fe, la pureza y la conformidad con
la voluntad de Dios darían testimonio de su poder santificador.
Responsabilidad de los ministros
Una solemne responsabilidad descansa sobre los atalayas. ¡Cuán
cuidadosos debieran ser para entender y explicar la palabra de Dios!
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas escritas en ella...”
Apocalipsis 1:3
.