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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
de las iglesias! ¡Qué fieras controversias, qué amarguras, qué odios
han comenzado con un asunto pequeño! ¡Cuántas esperanzas han
sido marchitadas, cuántas familias han sido dividas por la discordia
y la contención!
Pablo encargó a sus hermanos que tuviesen cuidado, no fuese
que al tratar de corregir las faltas ajenas, estuviesen ellos mismos
cometiendo pecados igualmente graves. Les advierte que el odio, la
emulación, la ira, las contiendas, las sediciones, las herejías y las
envidias son tan ciertamente obras de la carne como la lascivia, el
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adulterio, la borrachera y el homicidio, y tan seguramente negarán a
los culpables la entrada al cielo.
Cristo declaró: “Y cualquiera que escandalizare a uno de estos
pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra
de molino al cuello, y fuera echado en la mar”.
Marcos 9:42
. Quien
quiera que por engaño voluntario o por su mal ejemplo extravía a un
discípulo de Cristo, es culpable de un grave pecado. Quien quiera
que le haga objeto de calumnia o ridículo, insulta a Jesús. Nuestro
Salvador nota todo daño hecho a los que le siguen.
¿Cómo fueron castigados antiguamente los que se mofaron de
aquello que Dios había elegido como sagrado para sí? Belsasar y
sus príncipes profanaron los vasos de oro de Jehová y alabaron a
los ídolos de Babilonia. Pero el Dios a quien desafiaron era testigo
de la escena profana. En medio de su alegría sacrílega, se vio una
mano sobrenatural que trazaba caracteres misteriosos en la pared del
palacio. Llenos de terror, oyeron su suerte anunciada por el siervo
del Altísimo.
Recuerden los que se deleitan en formular palabras de calumnia
y mentira contra los siervos de Dios que él es testigo de sus acciones.
Sus calumnias no están profanando vasos sin alma, sino el carácter
de aquellos que Cristo compró con su sangre. La mano que trazó
los caracteres sobre las paredes del palacio de Belsasar, registra
fielmente cada acto de injusticia u opresión cometido contra el
pueblo de Dios.
La historia sagrada presenta sorprendentes ejemplos de cuidado
celoso que el Señor ejerce en favor de los más débiles de sus hijos.
Durante los viajes de Israel en el desierto, los cansados y débiles que
se habían rezagado fueron atacados y asesinados por los cobardes y
crueles amalecitas. Más tarde Israel hizo guerra con los amalecitas